¿Qué es la fiebre entérica?

¿Qué es la fiebre entérica?
¿Qué es la fiebre entérica?

🤒 🌡 🦠 👉 La fiebre entérica, también conocida como fiebre tifoidea cuando es causada por el serotipo Typhi de Salmonella, es un síndrome clínico que presenta una compleja interacción entre el agente patógeno y el huésped. Este síndrome se caracteriza por una serie de síntomas inespecíficos y digestivos, junto con cefalea, que pueden variar en su presentación y gravedad. Comprender la naturaleza de esta enfermedad implica analizar tanto los aspectos microbiológicos como los fisiopatológicos y clínicos.

Es crucial comprender la microbiología de Salmonella. Salmonella es un género de bacterias Gram negativas que incluye múltiples especies y serotipos. La Salmonella enterica es la especie más comúnmente asociada con enfermedades en humanos, y dentro de ella, el serotipo Typhi es responsable de la fiebre tifoidea. Salmonella se transmite principalmente a través de alimentos contaminados, agua contaminada o contacto directo con animales infectados o personas portadoras.

 

Patogenia

🌮🍕La transmisión de la infección por Salmonella, especialmente el serotipo Typhi que causa la fiebre tifoidea, ocurre principalmente a través de la ingestión de alimentos o bebidas contaminados. Esta vía de transmisión es fundamental para entender la epidemiología y la prevención de la enfermedad. Los alimentos contaminados pueden incluir productos como carne cruda o mal cocida, productos lácteos no pasteurizados, frutas y verduras sin lavar, así como alimentos manipulados por personas infectadas que no siguen adecuadas medidas de higiene.

El período de incubación de la fiebre tifoidea, que va de cinco a 14 días, refleja el tiempo que transcurre desde la exposición a la bacteria hasta la aparición de los primeros síntomas. Durante este período, las bacterias ingresan al organismo a través de la mucosa intestinal y comienzan a multiplicarse.

Una vez que los microorganismos rompen el epitelio de la mucosa intestinal, pueden invadir los macrófagos presentes en las placas de Peyer y en los ganglios linfáticos mesentéricos, así como en el bazo. Este proceso conduce a la bacteriemia, es decir, la presencia de bacterias en la sangre, lo que marca el inicio de la fase sistémica de la enfermedad.

La infección se localiza principalmente en el tejido linfoide del intestino delgado, especialmente en los primeros 60 centímetros que siguen a la válvula ileocecal, donde se encuentran las placas de Peyer. Estas estructuras se inflaman y pueden ulcerarse, lo que contribuye a la sintomatología característica de la enfermedad, como la diarrea y el dolor abdominal.

A medida que la infección progresa, las bacterias pueden diseminarse a otros órganos y tejidos, como los pulmones, la vesícula biliar, los riñones o el sistema nervioso central. Esta diseminación puede causar complicaciones graves, como neumonía, colecistitis, pielonefritis o encefalitis, que pueden poner en peligro la vida del paciente.

La virulencia de Salmonella, especialmente del serotipo Typhi, está determinada por una serie de factores, incluidos los factores de virulencia específicos que le permiten invadir y sobrevivir dentro de las células hospedadoras. Los serotipos diferentes de Typhi, al carecer de estos factores de virulencia necesarios para la enfermedad invasora, rara vez causan formas graves de la enfermedad.

 

Manifestaciones clínicas

Durante la etapa prodrómica de la fiebre entérica, que es el período inicial de la enfermedad, se observa una serie de síntomas y signos que reflejan la respuesta del organismo a la infección por Salmonella. Esta fase se caracteriza por un malestar general creciente, acompañado de cefalea, tos, faringitis y, con frecuencia, dolor abdominal y estreñimiento. La fiebre aumenta gradualmente durante este período, lo que indica la progresión de la infección.

En la segunda semana de la enfermedad, aproximadamente siete a diez días después del inicio de los síntomas, la temperatura corporal alcanza una meseta y el paciente experimenta un empeoramiento significativo de su condición. Se observa un estado de agotamiento y postración frecuente, lo que refleja la gravedad de la enfermedad y la respuesta del organismo a la invasión bacteriana.

Durante esta fase avanzada de la enfermedad, se pueden identificar una serie de hallazgos físicos que son característicos de la fiebre entérica:

  • Esplenomegalia: Aumento del tamaño del bazo, que se puede palpar durante el examen físico abdominal. Esto es el resultado de la respuesta inmune del cuerpo y la acumulación de células inflamatorias en el tejido esplénico.
  • Distensión e hipersensibilidad abdominales: El paciente puede experimentar una sensación de hinchazón abdominal y dolor al palpar la zona abdominal. Esto puede ser debido a la inflamación de los tejidos intestinales y la presencia de úlceras en el revestimiento del intestino delgado.
  • Bradicardia relativa: Se observa una disminución de la frecuencia cardíaca en relación con la gravedad de la enfermedad. Esta bradicardia relativa puede ser un signo de compromiso sistémico y la respuesta del cuerpo al estrés.
  • Meningismo: En algunos casos, puede desarrollarse irritación meníngea, lo que se manifiesta con rigidez de nuca y otros signos sugestivos de irritación meníngea. Esto puede indicar una complicación potencialmente grave de la fiebre entérica, como la afectación del sistema nervioso central.
  • Exantema: Durante la segunda semana de la enfermedad, aparece un exantema característico en forma de manchas rosadas en la piel del tronco. Estas manchas son pápulas rosadas de 2 a 3 mm de diámetro que palidecen con la presión y desaparecen en tres a cuatro días. Este exantema es un signo distintivo de la fiebre tifoidea y puede ayudar en el diagnóstico diferencial de la enfermedad.

 

Exámenes complementarios

✔️ El diagnóstico de la fiebre tifoidea, causada por Salmonella serotipo Typhi, es crucial para iniciar el tratamiento adecuado y prevenir complicaciones graves. Entre las diversas pruebas diagnósticas disponibles, el hemocultivo se considera uno de los métodos más sensibles y específicos para detectar la presencia de la bacteria en la sangre del paciente.

La razón principal por la cual el hemocultivo es una herramienta diagnóstica tan efectiva para la fiebre tifoidea radica en la fase bacteriémica temprana de la enfermedad. Durante esta etapa, que ocurre típicamente en la primera semana de la enfermedad, las bacterias de Salmonella serotipo Typhi se multiplican en el tracto gastrointestinal y penetran en la circulación sanguínea, lo que resulta en la bacteriemia.

El hemocultivo es capaz de detectar la presencia de Salmonella en la sangre del paciente durante esta fase bacteriémica inicial. Esto se logra al tomar muestras de sangre del paciente y cultivarlas en medios de cultivo específicos que promueven el crecimiento bacteriano. Si las bacterias de Salmonella están presentes en la muestra de sangre, se multiplicarán en el medio de cultivo y serán detectables mediante técnicas de laboratorio.

Se estima que el hemocultivo es positivo en aproximadamente el 80% de los pacientes con fiebre tifoidea que no han recibido tratamiento antibiótico durante la primera semana de la enfermedad. Esta alta tasa de positividad refleja la presencia abundante de bacterias en la sangre durante la fase inicial de la enfermedad, lo que facilita su detección mediante técnicas de cultivo microbiológico.

Es importante tener en cuenta que el éxito del hemocultivo como prueba diagnóstica depende en gran medida de la calidad de la muestra obtenida y del manejo adecuado de la muestra en el laboratorio. Además, el inicio temprano del tratamiento antibiótico puede reducir la sensibilidad del hemocultivo al disminuir la carga bacteriana en la sangre del paciente. Por lo tanto, es fundamental realizar el hemocultivo lo antes posible en la fase inicial de la enfermedad para maximizar su utilidad diagnóstica.

 

Tratamiento

La salmonelosis es una enfermedad bacteriana causada por diferentes serotipos de Salmonella, entre ellos el serotipo Typhi que puede provocar fiebre tifoidea. Esta enfermedad puede transmitirse a través de la ingestión de alimentos o agua contaminados, así como por contacto directo con animales infectados o personas portadoras. Por lo tanto, la disposición adecuada de residuos y la protección de alimentos y suministros de agua son medidas de salud pública fundamentales para prevenir la salmonelosis.

La disposición adecuada de residuos implica la gestión segura de los desechos humanos y animales, así como la implementación de sistemas eficaces de recolección, tratamiento y eliminación de residuos. Esto es crucial para prevenir la contaminación del medio ambiente y evitar la propagación de bacterias patógenas como Salmonella. La contaminación ambiental puede ocurrir cuando los desechos fecales contaminan el suelo, el agua superficial o subterránea, y pueden entrar en contacto con los suministros de alimentos o agua, lo que aumenta el riesgo de transmisión de enfermedades.

La protección de alimentos y suministros de agua contra la contaminación implica la implementación de medidas de higiene adecuadas en todas las etapas de la cadena alimentaria, desde la producción y manipulación hasta el almacenamiento y consumo final. Esto incluye prácticas como el lavado adecuado de manos, la limpieza y desinfección de superficies y equipos de cocina, la refrigeración adecuada de alimentos perecederos, el tratamiento adecuado del agua potable y el monitoreo regular de la calidad del agua.

El tratamiento de la salmonelosis, una vez que se ha contraído la enfermedad, generalmente implica el uso de antibióticos para eliminar la bacteria del organismo y reducir la duración y gravedad de los síntomas. La fluoroquinolona, como la ciprofloxacina o levofloxacina, es un fármaco ideal para el tratamiento de la salmonelosis, incluida la fiebre tifoidea. Estos antibióticos son efectivos contra Salmonella y pueden administrarse por vía oral para tratar la infección.

La duración del tratamiento antibiótico varía según la gravedad de la enfermedad. En casos de fiebre entérica sin complicaciones, el tratamiento suele durar de 5 a 7 días, mientras que en casos de infección grave, puede ser necesario prolongarlo de 10 a 14 días para garantizar la erradicación completa de la bacteria.

 

 

 

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