Adicción a los opioides

Adicción a los opioides
Adicción a los opioides

Los opioides han sido, durante siglos, una parte esencial de la farmacopea, debido principalmente a su capacidad para tratar el dolor, pero también debido a sus propiedades antitusivas y antidiarreicas.

Los opioides también son unos poderosos euforizantes y por ello presentan una importante propensión al abuso. Aunque el mismo opio se ha usado durante siglos, el aislamiento de la morfina y la codeína a partir del opio, junto con la introducción de la aguja hipodérmica, provocó el aumento en la prevalencia del consumo intravenoso de los opioides.

Los opioides se pueden dividir en cuatro categorías:

  • alcaloides naturales del opio, como opio, morfina y codeína.
  • derivados semisintéticos de la morfina, como heroína y oxicodona.
  • opioides sintéticos no derivados de la morfina, como metadona y meperidina,.
  • preparados que contienen opioides, como el elixir de hidrato de terpina.

El trastorno por consumo de opioides es un importante problema de salud pública. Los opioides son actualmente las drogas con receta usadas más habitualmente de forma incorrecta.

Los opioides se absorben rápidamente cuando se administran por vía oral, intranasal, o fumados o en inyección. La heroína, que se convierte casi inmediatamente en morfina en el hígado, se administra más habitualmente inyectada, pero se puede fumar o usar de forma intranasal.

Los analgésicos opioides se administran habitualmente por vía oral, pero pueden ser alterados para ser consumidos a través de una vía distinta de administración. Esto es especialmente habitual con los preparados de liberación prolongada, algunos de los cuales se pueden alterar masticando la pastilla (facilitando una rápida liberación del opioide) o machacándola, disolviéndola en agua e inyectándola o usándola de forma intranasal después.

La respuesta inicial a la administración de heroína, especialmente cuando se usa por vía intravenosa, es un “subidón”, descrito con frecuencia como orgásmico, que dura de 30 a 60 segundos. Esta sensación va seguida generalmente por una profunda sensación de relajación.

Durante este período, el consumidor se siente normalmente somnoliento y se le puede observar “decaído”, con obnubilación mental y una sensación de tranquilidad. Se produce una reducción en la frecuencia respiratoria, junto con miosis, reducción en la contractibilidad de los músculos lisos, y reducción de las secreciones en el estómago, páncreas y vías biliares.

Normalmente se observa prurito durante la intoxicación por opioides. Muchas personas experimentan náuseas y vómitos en el inicio de su consumo de opioides, aunque tiende a producirse tolerancia a estos efectos con el tiempo.

La dependencia física de los opioides provoca un síndrome de abstinencia característico, cuyos síntomas fundamentales incluyen frecuencia cardíaca y presión arterial elevadas, midriasis, calambres abdominales, sudoración, piloerección, rinorrea, lagrimeo y malestar gastrointestinal, especialmente diarrea, náuseas y vómitos.

El insomnio es habitual, especialmente la dificultad para conciliar el sueño; esta es con frecuencia la queja más duradera entre las personas que experimentan abstinencia de opioides. También se observan habitualmente bostezos, agitación muscular y dificultades con la regulación de la temperatura corporal.

Los problemas médicos habituales entre los consumidores de heroína incluyen hepatitis B, hepatitis C, endocarditis infecciosa, granulomatosis por talco, infección por el VIH, celulitis y abscesos, todos ellos relacionados normalmente con el uso de agujas.

Una importante complicación que se ha notificado por trastornos por consumo de opioides es la alteración del sistema de conducción cardíaca, con una prolongación del intervalo QT; esto puede producir arritmias potencialmente graves, como las torsades de pointes.

El dolor crónico se observa normalmente entre las personas con trastornos por consumo de opioides.

Es más probable que los dependientes de opioides sufran accidentes, violencia y otras formas de traumatismo físico. Las enfermedades psiquiátricas, especialmente los trastornos en el estado de ánimo, son más habituales en personas con trastornos por consumo de opioides.

 

 

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