Los anticonceptivos orales combinados (AOC), que contienen estrógeno y progestina, son uno de los métodos anticonceptivos más utilizados y estudiados. Su eficacia depende en gran medida de la adherencia al régimen de uso, y se evalúa en dos condiciones: el uso perfecto y el uso típico. En condiciones de uso perfecto, es decir, cuando las usuarias siguen rigurosamente las indicaciones sin olvidos ni errores, la tasa de fracaso es muy baja, alrededor del 0.3%. Sin embargo, en el uso típico, que refleja la realidad de las usuarias con olvidos ocasionales o uso incorrecto, la tasa de fracaso aumenta al 8%. Esto resalta la importancia de la adherencia adecuada para mantener la efectividad del método.
El mecanismo de acción principal de los anticonceptivos orales combinados es la inhibición de la ovulación. Los componentes hormonales presentes en estas pastillas (estrógeno y progestina) actúan de manera conjunta para suprimir la liberación de óvulos desde los ovarios, evitando así la fecundación. Además, las hormonas también modifican el moco cervical, volviéndolo más espeso, lo que dificulta el paso de los espermatozoides hacia el útero, contribuyendo a la prevención del embarazo.
En cuanto a los métodos de inicio, los anticonceptivos orales combinados pueden comenzar de varias maneras según el momento del ciclo menstrual en que la mujer decida iniciar el tratamiento. Se puede comenzar el primer día de la menstruación, lo que asegura una protección inmediata, o bien se puede iniciar el primer domingo después del inicio del ciclo menstrual. También es posible comenzar en cualquier día del ciclo, aunque esto requiere precauciones adicionales. Si el inicio es más de cinco días después del primer día del ciclo, se debe utilizar un método anticonceptivo adicional, como el preservativo, durante los primeros siete días de uso de las pastillas para garantizar la eficacia del anticonceptivo.
En situaciones en las que una usuaria olvida tomar una pastilla activa, el protocolo depende de cuándo se haya producido el olvido y si hubo o no relaciones sexuales en los últimos cinco días. Si no ha habido relaciones sexuales en ese periodo, se recomienda tomar dos pastillas de inmediato y continuar con el uso habitual, pero también se debe usar un método anticonceptivo adicional durante los próximos siete días. Si las relaciones sexuales ocurrieron dentro de los últimos cinco días, se debe considerar la posibilidad de utilizar anticoncepción de emergencia y seguir con el uso adicional de un método anticonceptivo durante la semana siguiente.
Este enfoque meticuloso en el uso y la adherencia al régimen es crucial para minimizar los riesgos de embarazo no deseado, destacando la necesidad de educación y seguimiento adecuado de las pacientes para garantizar el éxito del tratamiento anticonceptivo. La eficacia de los anticonceptivos orales combinados, por lo tanto, depende tanto de la correcta administración de las pastillas como de las pautas a seguir en caso de olvidos o errores en su uso.
Beneficios
Los anticonceptivos orales no solo son eficaces en la prevención del embarazo, sino que también ofrecen una serie de beneficios que no están directamente relacionados con la anticoncepción. Estos beneficios han sido ampliamente documentados y son parte fundamental del motivo por el que las mujeres eligen este método, más allá de sus propiedades anticonceptivas.
Uno de los beneficios más conocidos es la regulación del ciclo menstrual. Las mujeres que utilizan anticonceptivos orales suelen experimentar menstruaciones más ligeras, menos dolorosas y más regulares. Este efecto se debe a la acción de las hormonas contenidas en las pastillas, que modulan la frecuencia y la intensidad de la menstruación. Al regular el ciclo menstrual, los anticonceptivos orales disminuyen la cantidad de sangre perdida durante la menstruación, lo que puede reducir el riesgo de anemia. Además, mejoran la dismenorrea, o dolor menstrual, un síntoma común que afecta a muchas mujeres en los días previos o durante su periodo. La acción hormonal suprime parcialmente las contracciones uterinas excesivas que son responsables de este dolor, ofreciendo alivio significativo.
Otro beneficio importante de los anticonceptivos orales es la reducción del riesgo de ciertos tipos de cáncer. Los estudios han demostrado que el uso prolongado de anticonceptivos orales puede disminuir el riesgo de cáncer ovárico y cáncer endometrial. En el caso del cáncer ovárico, los anticonceptivos orales previenen la ovulación, y como la ovulación es un proceso que implica la ruptura y reparación repetida del folículo ovárico, el uso de anticonceptivos orales reduce la posibilidad de que se produzcan mutaciones celulares en los ovarios, que a menudo son la base para el desarrollo de cáncer. En cuanto al cáncer endometrial, la acción hormonal de los anticonceptivos orales reduce la estimulación del endometrio por parte de los estrógenos, lo que disminuye el riesgo de hiperplasia endometrial y, por ende, el riesgo de cáncer endometrial.
Además, los anticonceptivos orales pueden tener un efecto positivo sobre afecciones dermatológicas, especialmente el acné. La progestina contenida en estos anticonceptivos disminuye la producción de sebo en las glándulas sebáceas, lo que contribuye a la mejora del acné. Al regular los niveles hormonales, los anticonceptivos orales ayudan a reducir la inflamación de los poros, una de las principales causas de la aparición de lesiones acneicas, lo que puede resultar en una piel más limpia y menos propensa a brotes de acné.
En los quistes funcionales de ovario, los anticonceptivos orales también juegan un papel preventivo. Los quistes funcionales son sacos llenos de líquido que se desarrollan en los ovarios durante el ciclo menstrual. Aunque estos quistes son comunes y generalmente benignos, pueden causar molestias y, en algunos casos, complicaciones si se rompen o se tuercen. El uso de anticonceptivos orales reduce la formación de estos quistes, ya que al inhibir la ovulación, previenen la formación de los folículos que, de no ovular, se llenan de líquido y se transforman en quistes.
Se ha observado que los anticonceptivos orales tienen un efecto beneficioso sobre la masa ósea, lo cual es particularmente relevante para la salud de las mujeres. La progestina presente en las pastillas puede contribuir a la preservación de la densidad ósea, ayudando a prevenir la osteoporosis. Este efecto es de particular interés en mujeres jóvenes, cuyas estructuras óseas están en pleno desarrollo, y en mujeres que atraviesan la menopausia, un período en el cual la pérdida ósea es más pronunciada debido a la caída en los niveles de estrógenos. Al ayudar a mantener la masa ósea, los anticonceptivos orales contribuyen a reducir el riesgo de fracturas y problemas óseos en el futuro.
Selección adecuada de un anticonceptivo oral
La selección adecuada de un anticonceptivo oral es un proceso personalizado que debe basarse en las características y necesidades individuales de cada paciente. En general, los anticonceptivos orales combinados que contienen 35 microgramos o menos de etinilestradiol o 3 miligramos de valerato de estradiol son adecuados para la mayoría de las mujeres, ya que estas dosis son suficientes para ofrecer una alta eficacia anticonceptiva sin inducir efectos secundarios graves o significativos relacionados con las hormonas. Las concentraciones de estrógeno en estas pastillas son moderadas, lo que contribuye a una respuesta hormonal controlada, con un riesgo reducido de efectos adversos, como la trombosis o los trastornos cardiovasculares.
Por otro lado, dentro de los anticonceptivos orales combinados, existe variabilidad en la potencia de las progestinas contenidas en las pastillas, pero las diferencias entre ellas no suelen ser clínicamente significativas en la mayoría de los casos. Las progestinas son las hormonas sintéticas que imitan la acción de la progesterona y juegan un papel esencial en el ciclo menstrual y en la anticoncepción. Las variaciones en su potencia afectan, en menor medida, efectos secundarios como el peso corporal, el estado de ánimo y la libido, pero no influyen de manera decisiva en la eficacia del anticonceptivo. Así, para la mayoría de las pacientes, no existe una preferencia clara por una progestina sobre otra cuando se utilizan pastillas de baja dosis, ya que las diferencias en términos de efectos secundarios y eficacia clínica son mínimas.
En cuanto al tipo de régimen de anticonceptivo oral, la evidencia científica sugiere que no hay ventajas sustanciales de los anticonceptivos orales tripásicos sobre los monopásicos en términos de eficacia, patrones de sangrado o tasas de discontinuación. Los anticonceptivos orales monopásicos, que contienen la misma dosis de hormonas durante todo el ciclo, son generalmente la primera opción recomendada para las mujeres que comienzan a usar anticonceptivos orales, debido a su simplicidad y facilidad de uso. En cambio, los anticonceptivos tripásicos, que varían las dosis de hormonas durante el ciclo, no han demostrado beneficios adicionales significativos y pueden ser más complicados de seguir, lo que podría llevar a una mayor tasa de fallos en el uso debido a la dificultad para mantener la adherencia al régimen.
Las mujeres que padecen ciertas afecciones hormonales, como el acné o el hirsutismo (crecimiento excesivo de vello facial o corporal), pueden beneficiarse de anticonceptivos orales que contengan progestinas con efectos androgénicos más bajos. Las progestinas como el desogestrel, la drospirenona o el norgestimato son opciones adecuadas para estas mujeres, ya que tienen propiedades menos androgénicas, lo que significa que tienen una menor capacidad para estimular la producción de testosterona y, en consecuencia, pueden reducir los síntomas relacionados con el acné y el vello no deseado. Este perfil más favorable de las progestinas puede ofrecer una mejora en estas condiciones dermatológicas al mismo tiempo que proporciona la eficacia anticonceptiva.
En cuanto al régimen de administración, los anticonceptivos orales suelen presentarse en ciclos de 21 o 28 días, lo que corresponde a una fase de 21 días de pastillas activas seguidas de 7 días de pastillas inactivas o de descanso. No obstante, también es posible utilizar estos anticonceptivos de manera continua, lo que permite que la mujer decida cuándo y si quiere experimentar un sangrado de retirada. El uso continuo de anticonceptivos orales ha sido respaldado por estudios que no han encontrado riesgos significativos para la salud a largo plazo, como la amenorrea (ausencia de menstruación) en aquellas mujeres que optan por este tipo de régimen. La amenorrea inducida por el uso de anticonceptivos orales continuos no ha mostrado efectos adversos considerables ni ha comprometido la salud reproductiva de las usuarias, lo que permite que las mujeres gestionen su ciclo menstrual de acuerdo con sus preferencias personales.
Interacciones medicamentosas
Las interacciones medicamentosas son un aspecto crucial a considerar cuando se utilizan anticonceptivos orales, ya que diversos fármacos pueden interferir con su eficacia, disminuyendo su capacidad para prevenir el embarazo. La mayoría de estas interacciones ocurren debido a la influencia que ciertos medicamentos tienen sobre las enzimas microsomales en el hígado, responsables de metabolizar tanto los anticonceptivos orales como otros fármacos en el organismo. Estas enzimas son parte del sistema enzimático del citocromo P450, y al inducir su actividad, algunos medicamentos aceleran el metabolismo de los anticonceptivos orales, reduciendo su concentración en la sangre y, por ende, su eficacia anticonceptiva.
Entre los medicamentos que tienen esta capacidad de inducir enzimas microsomales y, por lo tanto, reducir la efectividad de los anticonceptivos orales, se encuentran algunos fármacos comúnmente prescritos para diversas condiciones médicas. Entre estos se incluyen la fenitoína, la fenobarbital y otros barbitúricos, así como la primidona, el topiramato, la carbamazepina y la rifampicina. Estos fármacos se utilizan principalmente en el tratamiento de trastornos neurológicos como la epilepsia, y algunos de ellos también se emplean en el manejo de trastornos psiquiátricos. La acción de estos medicamentos sobre las enzimas hepáticas provoca un aumento en el metabolismo de los anticonceptivos orales, lo que puede reducir la cantidad de hormonas circulantes en el cuerpo, disminuyendo la capacidad de las pastillas para prevenir la ovulación y, por lo tanto, el embarazo.
Además, la hierba de San Juan, una planta medicinal utilizada comúnmente para tratar la depresión leve a moderada, también tiene un efecto similar sobre las enzimas hepáticas. A pesar de ser un producto natural, la hierba de San Juan puede inducir la actividad de estas enzimas de manera significativa, lo que puede afectar la concentración de los anticonceptivos orales en el cuerpo. Este tipo de interacción es especialmente importante, ya que las personas que recurren a remedios naturales a menudo no son conscientes de los posibles efectos adversos cuando se combinan con medicamentos recetados.
Para las personas que toman alguno de estos medicamentos, se recomienda el uso de métodos anticonceptivos adicionales, como los preservativos, para garantizar una protección adecuada contra el embarazo. Este enfoque adicional es crucial para aquellos que necesitan tomar medicamentos que afectan la eficacia de los anticonceptivos orales y deben minimizar el riesgo de embarazo no deseado.
En el caso de los medicamentos antirretrovirales utilizados en el tratamiento de la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), algunos de estos también pueden interferir con la eficacia de los anticonceptivos orales. Los inhibidores de proteasa potenciados con ritonavir, por ejemplo, tienen un impacto significativo sobre el metabolismo de los anticonceptivos orales. El ritonavir, al ser un potente inhibidor de las enzimas hepáticas, puede reducir la concentración de las hormonas contenidas en los anticonceptivos orales, disminuyendo así su efectividad. Esto es especialmente relevante en el contexto de la terapia antirretroviral, ya que la eficacia anticonceptiva debe mantenerse alta en mujeres que toman estos medicamentos.
Por otro lado, los inhibidores no nucleósidos de la transcriptasa inversa, otro grupo de medicamentos antirretrovirales, tienen un efecto menor sobre la eficacia de los anticonceptivos orales en comparación con los inhibidores de proteasa. Sin embargo, aunque su impacto es más leve, sigue siendo recomendable que las mujeres que toman estos medicamentos utilicen métodos anticonceptivos adicionales como medida de precaución.
Contraindicaciones de los anticonceptivos orales
Los anticonceptivos orales son uno de los métodos anticonceptivos más eficaces y utilizados en mujeres en edad reproductiva, pero, como cualquier tratamiento médico, están asociados con ciertos riesgos y efectos adversos. Aunque la mayoría de las mujeres toleran bien estos anticonceptivos, existen condiciones y factores de riesgo que hacen que su uso sea contraindicado o requiera precauciones especiales.
Infarto de miocardio
El riesgo de sufrir un infarto de miocardio, que es la obstrucción del flujo sanguíneo al corazón, puede aumentar con el uso de anticonceptivos orales en ciertas poblaciones, especialmente en mujeres que presentan factores de riesgo cardiovascular preexistentes. Sin embargo, el riesgo atribuible a los anticonceptivos orales es bajo en mujeres jóvenes y saludables en edad reproductiva. Los estudios muestran que la incidencia de infartos de miocardio en mujeres que utilizan anticonceptivos orales es considerablemente menor en comparación con la población general, pero este riesgo se incrementa en aquellas con factores predisponentes como el consumo de cigarrillos, la obesidad, la hipertensión, la diabetes mellitus y la hipercolesterolemia.
El consumo de cigarrillos es uno de los factores de riesgo más importantes que interfiere con la seguridad de los anticonceptivos orales. Fumar cigarrillos aumenta la probabilidad de que se desarrollen problemas cardiovasculares, como hipertensión y arteriosclerosis, que a su vez pueden predisponer a un infarto de miocardio. Este riesgo es particularmente elevado en mujeres mayores de 35 años que fuman. La hipertensión, la diabetes y la obesidad también son factores que elevan la probabilidad de que se presenten problemas cardiovasculares graves. Por lo tanto, en mujeres mayores de 35 años que fuman cigarrillos o en aquellas con otros factores de riesgo cardiovascular, es altamente recomendable el uso de métodos anticonceptivos que no contengan estrógenos, ya que estos compuestos aumentan el riesgo de problemas cardíacos y vasculares.
Enfermedad tromboembólica
La enfermedad tromboembólica es una condición médica caracterizada por la formación de coágulos sanguíneos que pueden viajar a los pulmones, el corazón o el cerebro, causando complicaciones graves, como embolias pulmonares, infartos cerebrales o embolias sistémicas. El uso de anticonceptivos orales está asociado con un aumento en el riesgo de tromboembolismo venoso (TEV), especialmente en mujeres que tienen factores de riesgo preexistentes. Las investigaciones han mostrado que las usuarias de anticonceptivos orales tienen una tasa de tromboembolismo venoso entre tres y cinco veces más alta en comparación con las mujeres que no usan anticonceptivos orales. Sin embargo, el riesgo absoluto sigue siendo bajo, con una incidencia aproximada de 5-6 casos por cada 100,000 años-mujer, lo que contrasta con una tasa mucho mayor de tromboembolismo en mujeres embarazadas, que varía entre 50 y 300 casos por cada 100,000 embarazos.
La incidencia del tromboembolismo venoso también depende del tipo de progestina presente en el anticonceptivo oral. Algunos estudios han demostrado que las progestinas como el gestodeno, la drospirenona y el desogestrel están asociadas con un riesgo duplicado de tromboembolismo en comparación con las progestinas más antiguas como el levonorgestrel o la norethindrona. Este riesgo adicional puede estar relacionado con las propiedades específicas de estas progestinas, que afectan la coagulación de la sangre y favorecen la formación de coágulos.
El riesgo de tromboembolismo venoso también se ve incrementado en mujeres que presentan condiciones predisponentes, como la trombofilia (trastornos que aumentan la tendencia a formar coágulos), y en aquellas que se someten a cirugía mayor, fracturas, lesiones graves, inmovilización prolongada o tienen otras condiciones hipercoagulables. En estos casos, se debe evitar el uso de anticonceptivos orales o considerar métodos anticonceptivos alternativos que no impliquen el uso de estrógenos.
Además, las mujeres que desarrollan tromboembolismo mientras usan anticonceptivos orales deben suspender su uso de inmediato. En estos casos, es necesario evaluar el riesgo y buscar opciones alternativas de anticoncepción que no conlleven este riesgo adicional.
Los anticonceptivos orales que contienen estrógenos están contraindicados en mujeres con trombofilia conocida, una condición genética o adquirida que predispone a la formación excesiva de coágulos sanguíneos. La presencia de trombofilia aumenta significativamente el riesgo de desarrollar tromboembolismo, por lo que en estos casos los anticonceptivos orales que contienen estrógenos no deben ser utilizados bajo ninguna circunstancia. Además, aquellas mujeres con antecedentes de infarto de miocardio, enfermedad cardiovascular, accidentes cerebrovasculares o que padecen de hipertensión grave deben evitar los anticonceptivos orales que contengan estrógenos, ya que este grupo de medicamentos podría agravar estas condiciones y aumentar el riesgo de complicaciones cardiovasculares graves.
Enfermedad cerebrovascular
El uso de anticonceptivos orales ha sido asociado con un ligero aumento en el riesgo de enfermedad cerebrovascular, que se manifiesta principalmente como accidente cerebrovascular hemorrágico (por ruptura de vasos sanguíneos en el cerebro) y hemorragia subaracnoidea (sangrado en el espacio alrededor del cerebro). Sin embargo, el aumento del riesgo no es significativo en mujeres sanas de edad reproductiva, aunque se observa una mayor prevalencia de estos eventos en mujeres con factores de riesgo adicionales. Entre estos factores de riesgo, el tabaquismo, la hipertensión y la edad superior a los 35 años son particularmente relevantes. El tabaquismo, en particular, potencia los efectos negativos de los anticonceptivos orales, ya que incrementa la probabilidad de que se produzcan coágulos sanguíneos, lo que predispone a un accidente cerebrovascular. La hipertensión, por su parte, aumenta el riesgo de daño en los vasos sanguíneos, lo que puede favorecer la aparición de accidentes cerebrovasculares.
En mujeres que desarrollen síntomas neurológicos que podrían ser indicativos de un evento cerebrovascular, como dolores de cabeza severos, visión borrosa o pérdida de visión, o cualquier trastorno neurológico transitorio, es fundamental que suspendan el uso de anticonceptivos orales que contienen estrógenos y busquen atención médica inmediata. Estos síntomas podrían ser una señal de un problema serio, como un accidente cerebrovascular, y requieren evaluación médica urgente.
Carcinoma
El uso de anticonceptivos orales ha sido objeto de numerosos estudios respecto a su relación con diversos tipos de cáncer, y aunque los resultados son variados, se han identificado ciertos patrones. En relación con el cáncer de mama, los anticonceptivos orales parecen estar asociados con un aumento mínimo o nulo en el riesgo. Las investigaciones sugieren que no existe una relación directa y significativa entre el uso de anticonceptivos orales y el cáncer de mama, especialmente en mujeres que no tienen antecedentes familiares de la enfermedad o que no comenzaron a utilizar anticonceptivos a una edad temprana. Sin embargo, algunas mujeres pueden ser más susceptibles debido a factores genéticos u hormonales, por lo que siempre se debe hacer un seguimiento individualizado.
En cuanto a los efectos beneficiosos de los anticonceptivos orales en ciertos tipos de cáncer, se ha demostrado que reducen el riesgo de carcinoma endometrial, es decir, cáncer del revestimiento del útero. El uso de anticonceptivos orales combinados disminuye el riesgo de este tipo de cáncer en un 40% después de 2 años de uso y en un 60% después de 4 o más años de uso. De manera similar, el riesgo de cáncer ovárico también se reduce con el uso de anticonceptivos orales. En mujeres que usan anticonceptivos orales durante menos de 4 años, el riesgo de cáncer ovárico disminuye en un 30%, y este descenso en el riesgo es aún más pronunciado con períodos de uso más largos, alcanzando una reducción del 60% con 5-11 años de uso, y un 80% con 12 o más años de uso.
Por otro lado, el uso de anticonceptivos orales ha sido relacionado con el desarrollo de adenomas hepáticos benignos y peliosis hepatis, una condición en la que se forman cavidades llenas de sangre en el hígado. Aunque estos son trastornos hepáticos benignos, se debe tener precaución, ya que los adenomas hepáticos pueden, en raras ocasiones, causar ruptura del hígado, hemorragia interna grave e incluso la muerte. El riesgo de estos trastornos hepáticos aumenta con dosis más altas de estrógenos, con un mayor tiempo de uso y con la edad avanzada de la mujer. A pesar de estos riesgos, los estudios no han mostrado una relación clara entre los anticonceptivos orales y el carcinoma hepatocelular, que es un tipo de cáncer de hígado.
Hipertensión
Otro efecto adverso importante de los anticonceptivos orales es el riesgo de desarrollar hipertensión, especialmente en mujeres que los usan durante períodos prolongados o que son mayores de edad. Los anticonceptivos orales pueden aumentar la presión arterial, lo que en algunos casos puede llevar a la hipertensión, un factor de riesgo significativo para enfermedades cardiovasculares. El riesgo de hipertensión inducida por anticonceptivos orales varía según la persona, y se observa con mayor frecuencia en mujeres que tienen antecedentes de hipertensión o que presentan otros factores de riesgo para enfermedades cardiovasculares.
En aquellas mujeres que desarrollen hipertensión durante el uso de anticonceptivos orales, se recomienda que se cambien a métodos anticonceptivos que no contengan estrógenos, debido al impacto potencial de estos en el sistema cardiovascular. Sin embargo, en mujeres que son no fumadoras y que tienen hipertensión leve, bien controlada, el uso de anticonceptivos orales podría ser considerado seguro, siempre que se realice un monitoreo regular de la presión arterial. El control adecuado de la hipertensión es esencial para reducir el riesgo de complicaciones asociadas, como accidente cerebrovascular, enfermedad coronaria y daño renal.
Dolor de cabeza
El uso de anticonceptivos orales puede estar relacionado con la aparición o el empeoramiento de migrañas y otros tipos de dolores de cabeza vasculares. Este efecto adverso se debe a las alteraciones hormonales que los anticonceptivos orales provocan en el cuerpo, particularmente al afectar los niveles de estrógeno y progestina. En algunas mujeres, especialmente aquellas que ya padecen de migrañas, este desequilibrio hormonal puede desencadenar o intensificar los episodios dolorosos. Si los dolores de cabeza se vuelven graves o frecuentes mientras se utiliza anticonceptivos orales, se recomienda suspender su uso, ya que estos pueden estar indicando una reacción adversa que podría poner en riesgo la salud de la paciente.
Las personas con migrañas acompañadas de aura, que es un fenómeno visual o sensorial que precede al dolor de cabeza, tienen un riesgo significativamente mayor de sufrir un accidente cerebrovascular cuando usan anticonceptivos orales. El aura se asocia con alteraciones temporales en la circulación cerebral, y el uso de anticonceptivos orales puede aumentar este riesgo. Por esta razón, las mujeres con migrañas con aura no deben usar anticonceptivos orales que contengan estrógenos, dado que el riesgo de accidente cerebrovascular se ve considerablemente incrementado.
Lactancia
El uso de anticonceptivos orales combinados, que contienen tanto estrógeno como progestina, puede afectar la cantidad de leche materna producida. Aunque este efecto es generalmente pequeño y no se ha asociado con problemas en el desarrollo de los bebés, es importante que las mujeres que están amamantando tomen en cuenta que la producción de leche podría verse reducida.
Para evitar cualquier interferencia con el establecimiento de la lactancia, no se deben iniciar anticonceptivos orales combinados antes de las 4 semanas posteriores al parto. Esto permite que la lactancia se establezca adecuadamente y reduce el riesgo de complicaciones, como la enfermedad tromboembólica posparto, que puede ser favorecida por el uso de estrógenos durante el período postnatal.
En las mujeres que deseen usar anticoncepción durante la lactancia, existen opciones más adecuadas, como las pastillas solo con progestina, los implantes de levonorgestrel y la inyección de medroxiprogesterona (DMPA), que no afectan la producción de leche materna. Estas alternativas son preferibles durante el período de lactancia, ya que no interfieren con la secreción de leche y son seguras tanto para la madre como para el bebé.
Obesidad
La obesidad es un factor de riesgo conocido para diversas complicaciones de salud, entre ellas las tromboembólicas, las cuales están asociadas con un mayor riesgo de coágulos sanguíneos. Aunque hasta hace poco los estudios clínicos sobre anticonceptivos orales excluían a las personas con obesidad, los datos más recientes sugieren que la eficacia de los anticonceptivos orales es similar en mujeres con sobrepeso u obesidad en comparación con aquellas de peso normal.
Es importante subrayar que la obesidad no debe ser un factor limitante para el acceso a métodos anticonceptivos eficaces. Aunque las mujeres obesas tienen un mayor riesgo de complicaciones tromboembólicas, la evidencia no indica que los anticonceptivos orales sean menos eficaces para ellas. No obstante, deben ser cuidadosamente evaluadas para detectar cualquier otro factor de riesgo adicional, como hipertensión o diabetes, que podría aumentar el riesgo de efectos adversos. En estos casos, el uso de anticonceptivos orales debe ser supervisado de cerca.
Otros trastornos
Las mujeres que han experimentado ictericia colestática durante el embarazo, que es una afección hepática caracterizada por la acumulación de bilis en el hígado, pueden tener un mayor riesgo de desarrollar esta condición nuevamente al tomar anticonceptivos orales. La ictericia colestática del embarazo es una afección que afecta el flujo normal de la bilis y puede causar ictericia (coloración amarillenta de la piel y los ojos), picazón y problemas hepáticos. Si una mujer ha tenido esta condición en el embarazo, se recomienda que evite los anticonceptivos orales y considere otros métodos anticonceptivos, ya que el riesgo de recurrencia podría ser elevado.
Efectos secundarios menores
Al inicio del uso de anticonceptivos orales, algunas mujeres pueden experimentar efectos secundarios menores, que incluyen náuseas y mareos. Estos síntomas suelen ser temporales y tienden a mejorar después de los primeros meses de uso, cuando el cuerpo se ajusta a las hormonas. Si las náuseas persisten o son graves, es posible que se necesite ajustar la dosis o cambiar el tipo de anticonceptivo.
Otro efecto secundario común es el sangrado intermenstrual, también conocido como manchado, que puede ocurrir en los primeros meses de uso de anticonceptivos orales. Este sangrado no programado puede ser incómodo, pero generalmente disminuye con el tiempo. Si el manchado persiste o se vuelve molesto, podría considerarse cambiar a un anticonceptivo oral con una dosis de estrógeno ligeramente más alta.
Algunas mujeres también pueden experimentar la ausencia de menstruación (amenorrea), especialmente cuando usan anticonceptivos orales de dosis baja. En este caso, si se omiten píldoras o se pierde un período menstrual esperado, es recomendable realizar una prueba de embarazo para asegurar que no haya ocurrido un embarazo no planeado.
La retención de líquidos es otro efecto secundario potencial de los anticonceptivos orales. Aunque este fenómeno es generalmente leve, puede causar hinchazón en las piernas, tobillos o manos en algunas mujeres. Este efecto es temporal y suele desaparecer con el tiempo.
El cloasma, o melasma, es una condición en la que aparecen manchas oscuras en la piel, particularmente en la cara, que se pueden ver aumentadas con la exposición al sol. Esta condición se asocia con el uso de anticonceptivos orales y es más frecuente en mujeres con antecedentes de embarazo. Para prevenir el cloasma, se recomienda que las mujeres que usen anticonceptivos orales eviten la exposición excesiva al sol y utilicen protector solar de amplio espectro.

Fuente y lecturas recomendadas:
- Bastianelli C et al. Pharmacodynamics of combined estrogenprogestin oral contraceptives: 4. Effects on uterine and cervical epithelia. Expert Rev Clin Pharmacol. 2020;13:163. [PMID: 31975619]
- Bearak JM et al. Country-specific estimates of unintended pregnancy and abortion incidence: a global comparative analysis of levels in 2015-2019. BMJ Glob Health. 2022;7:e007151. [PMID: 35332057]
- Shufelt C et al. Hormonal contraception in women with hypertension. JAMA. 2020;324:1451. [PMID: 32955577]
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