Importancia de los suplementos nutricionales

Importancia de los suplementos nutricionales
Importancia de los suplementos nutricionales

Muchas enfermedades corrientes podrían aliviarse notablemente e incluso curarse con sólo prestar atención a las deficiencias de nutrición que padece nuestro organismo.

Los nutrientes son para el organismo lo que los ladrillos y el cemento son para los edificios. Constituyen fracciones y partes elementales de nuestros tejidos, nuestra forma física y nuestra vida, y no podríamos vivir sin sus aportaciones y su renovación continua.

Los nutrientes son las sustancias indispensables para el crecimiento de nuestro organismo. La alimentación nos aporta la mayor parte de los nutrientes. Nuestro metabolismo, es decir, nuestra «bioquímica», sintetiza otra fracción en el interior del cuerpo.

Si los alimentos o nutrientes nos llegan a través de la comida cotidiana, es posible añadir por otras vías los «suplementos nutricionales».

Las vitaminas hidrosolubles son las más frágiles y su aporte debe ser renovado constantemente, puesto que no quedan almacenadas en el organismo y se eliminan.

Las Vitaminas liposolubles el organismo las almacena en los tejidos, el hígado y la grasa.

Las variaciones de la calidad nutricional de los alimentos (cultivo, fabricación, envasado, conservación, preparaciones, etc.) y las variaciones de las necesidades individuales justifican con mucha frecuencia una complementación nutricional adaptada lo más exactamente posible a las necesidades específicas del individuo.

La nutrición, y sobre todo la complementación nutricional, conciernen a todas las especialidades médicas.

Tanto si se presentan en forma de polvos, cápsulas gelatinosas o «perlas» como comprimidos, los suplementos nutricionales deben ser absorbidos durante la comida o después de la misma, a fin de que se mezclen con el bolo alimenticio y penetren en el organismo de una manera más fisiológica (efectos llamados de «retraso» o «acción prolongada»).

La agricultura moderna ha empobrecido los suelos, y este empobrecimiento repercute en los nutrientes y minerales que entran en la composición de las frutas y las legumbres.

Los modos de preparación culinaria remachan el empobrecimiento de los nutrientes. La cocción prolongada de la carne y las legumbres puede oxidar y destruir las vitaminas E, C y B. Las legumbres cocidas, bien raspadas, peladas y escaldadas, han dejado en el fregadero o en la cacerola las vitaminas solubles B y C, así como la mayor parte de sus minerales.

El vapor suave (la cocción al vapor y no la olla a presión), así como el procedimiento del «estofado», son los que parecen conservar mejor los nutrientes. Según algunos autores, las vitaminas, sobre todo la vitamina B6, podrían ser alteradas por los procedimientos de cocción en el horno y el microondas.

Una alimentación en la que dominan los cereales refinados aumenta las necesidades de micronutrientes tales como las vitaminas del grupo B y el cromo.

Una exposición continuada y exclusiva a la luz artificial aumenta las necesidades de vitamina D. Esta vitamina juega un papel esencial en el metabolismo fosfocálcico, el crecimiento, la prevención del raquitismo y de la osteoporosis.

La falta de ejercicio y, sobre todo, la falta de luz en las grandes ciudades con la atmósfera contaminada impiden que la luz nos llegue a la piel y se produzca la síntesis de la vitamina D al nivel cutáneo.

El alcohol es una sustancia especialmente tóxica para el hígado y el páncreas, pero sus efectos nefastos se extienden a todos los órganos digestivos: reduce la absorción y la biodisponibilidad de los micronutrientes.

La ingestión de bebidas demasiado calientes, té, café, etc., así como de especias en cantidad excesiva provoca inflamaciones de los órganos digestivos que, a su vez, inducirán trastornos en la absorción de los nutrientes.

Los antibióticos, así como los antiinflamatorios y, probablemente, muchos otros medicamentos que no nos causan la menor sospecha (apósitos gástricos e intestinales, laxantes, etc.) modifican la absorción al nivel de la flora intestinal. Cuando ésta se ha reducido debido a tomas prolongadas de antibióticos de gran espectro, ya no se puede realizar la síntesis fisiológica de las vitaminas del grupo B, y entonces es preciso el aporte suplementario.

Todas las formas de estrés, físicas, químicas, orgánicas y psicológicas, aumentan sensiblemente las necesidades de vitaminas B6, B5 (pantotenatos) y C, así como de ciertos aminoácidos como el ácido glutamínico, la L-glutamina y la arginina.

La contaminación del aire aumenta las necesidades de «antioxidantes»: vitaminas E, C, selenio, selenometionina y aminoácidos azufrados.

La ingestión de determinadas hormonas, así como la de anticonceptivos orales aumentan las necesidades de vitamina B6 y quizá vitamina C, riboflavina, folatos y cinc.

Con independencia de las circunstancias particulares del medio ambiente, el modo de vida o la enfermedad, hay que prestar una especial atención a la nutrición y a la toma de suplementos en determinados períodos de la vida: infancia, adolescencia, embarazo, lactancia, y vejez.

Las insuficiencias de las vías digestivas superiores y especialmente pancreáticas deben ser complementadas con frecuencia, aparte de su tratamiento específico, con enzimas digestivas.

Las patologías médicas y quirúrgicas, los accidentes y los traumatismos aumentan las necesidades de micronutrientes.

Las quemaduras ocasionan pérdidas proteínicas, vitamínicas y minerales que deben ser compensadas en gran medida.

Los fenómenos inflamatorios crónicos consumen los antioxidantes como las vitaminas E y C, así como el manganeso, el selenio y ciertos ácidos grasos (omega 3 y omega 6).

Es posible acelerar la consolidación ósea mediante la administración de fuertes dosis de calcio, silicio, cinc, manganeso, vitamina D y vitamina C. Las infecciones pueden reducirse sensiblemente mediante la administración de cinc, magnesio y vitaminas B6, B5 y C.

La condición biológica individual hace que las necesidades varíen de un individuo a otro en función de su talla, peso, raza, herencia, modo de vida, etc., como son variables en un mismo individuo en función de la edad, la estación del año o los niveles de estrés, entre otros factores.

 

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