¿Qué es el ciclo circadiano?

¿Qué es el ciclo circadiano?
¿Qué es el ciclo circadiano?

Los científicos ya eran conscientes de que los vegetales y los animales poseen una capacidad innata para seguir un período de veinticuatro horas aproximadamente: un ciclo circadiano. (La palabra viene de la expresión latina circa diem, «alrededor de un día».)

Este ritmo circadiano interior no encaja exactamente con el ritmo exterior de la luz del día y la oscuridad; el reloj circadiano tarda un poco más de veinticuatro horas en algunos organismos y algo menos en otros.

El cuerpo humano no posee un único órgano dedicado a sentir el tiempo.

Hasta los cuatro años aproximadamente los niños no pueden distinguir con precisión el «antes» y el «después». Y a medida que nos vamos haciendo mayores, vamos siendo cada vez más conscientes de la «flecha del tiempo» y su trayectoria de vuelo unidireccional.

Los ritmos circadianos se asocian con frecuencia a nuestro ciclo de sueño y vigilia. Aunque tus patrones de sueño estén influidos por tu reloj circadiano, también se hallan sujetos a control consciente. Puedes elegir acostarte temprano y levantarte temprano, vivir como un búho, durmiendo todo el día y estando despierto toda la noche, o incluso abstenerte de dormir durante varios días.

Una forma más precisa de rastrear los ritmos circadianos, es mediante la temperatura corporal. La temperatura media del cuerpo humano es 37 ºC en promedio. En el transcurso del día, la temperatura corporal varía hasta dos grados; oscila alcanzando su máximo por la tarde y descendiendo a su nivel más bajo en las horas previas al amanecer, antes del despertar.

Otras funciones corporales obedecen asimismo a un estricto ciclo circadiano. El latido de tu corazón puede variar en dos docenas de pulsaciones por minuto en función de la hora del día. La tensión arterial oscila a lo largo de las veinticuatro horas; desciende a su mínimo entre las dos y las cuatro de la mañana, asciende durante el día y alcanza su cima en torno al mediodía. Orinamos menos de noche que durante el día, no solo porque bebemos menos de noche, sino también porque la actividad de las hormonas (cuya liberación sigue también un ciclo circadiano) hace que los riñones retengan más agua.

La coordinación física y el tiempo de reacción alcanzan su nivel más alto a media tarde, el corazón es más eficiente y los músculos más fuertes alrededor de las cinco o las seis de la tarde, nuestro umbral de dolor es más alto a primera hora de la mañana. Las células cutáneas se dividen más rápido entre la medianoche y las cuatro de la mañana.

Dado que los niveles hormonales oscilan naturalmente durante las veinticuatro horas, la eficacia de los medicamentos también varía de forma considerable dependiendo de la hora del día en que se administren.

Los ritmos circadianos influyen asimismo en nuestro estado de ánimo y en nuestra agilidad mental.

El estado de alerta también es sumamente circadiano; alcanza su cota máxima cuando la temperatura corporal llega a su cima y desciende al mínimo cuando la temperatura corporal es más baja. Este último período tiene lugar, para la mayoría de la gente, en las horas previas al amanecer.

El principal reloj circadiano de los mamíferos es una estructura cerebral denominada núcleo supraquiasmático, un grupo doble de unas veinte mil neuronas especializadas en el hipotálamo, cerca de la base del cerebro, que se activan al unísono y con un ritmo circadiano.

Las células musculares, las células de grasa, las células del páncreas, el hígado, los pulmones y el corazón, incluso los órganos enteros contienen su propio tiempo circadiano.

En los humanos, y en muchos vertebrados, el director es el núcleo supraquiasmático. Marca el compás principal y se lo transmite, mediante las hormonas y los neuroquímicos, a los relojes periféricos, manteniéndolos acompasados entre sí.

Pero el reloj del cuerpo entero tampoco es un reloj perfecto, al menos no por sí mismo. Para permanecer sincronizado con el ciclo de veinticuatro horas del día y la noche, ha de reajustarse, en términos ideales a diario, con los inputs del mundo exterior. La señal más fuerte es, con mucho, la luz del día, y en los humanos, como en todos los mamíferos y en la mayoría de los animales, la puerta de acceso a la luz es el ojo; si el núcleo supraquiasmático es el director del cuerpo, el ojo es su metrónomo, que traduce el tiempo físico a algo que la fisiología pueda comprender.

 

 

 

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