Transfusión de componentes del plasma

Transfusión de componentes del plasma
Transfusión de componentes del plasma

La transfusión de componentes plasmáticos es una práctica comúnmente utilizada en la medicina transfusional para tratar trastornos de la coagulación y otras condiciones hemorrágicas graves. Uno de los componentes más frecuentemente transfundidos es el plasma fresco congelado, conocido en inglés como Fresh Frozen Plasma (FFP). El FFP se encuentra disponible en unidades de aproximadamente 200 mililitros y contiene una concentración normal de todos los factores de coagulación plasmáticos, lo que lo convierte en un recurso terapéutico clave para corregir deficiencias de estos factores.

El plasma fresco congelado se obtiene de la sangre donada, y tras la recolección, es congelado rápidamente para preservar sus componentes, en particular, los factores de coagulación. Estos factores incluyen proteínas como el fibrinógeno, la protrombina, los factores V, VII, VIII, IX, X, XI y XII, entre otros. En una unidad estándar de FFP, cada factor de coagulación está presente en una concentración aproximada de 1 unidad por mililitro. Esto lo hace adecuado para restaurar las concentraciones normales de estos factores en pacientes con deficiencias o disfunciones hemorrágicas.

El plasma fresco congelado se utiliza principalmente para tratar a pacientes con trastornos de la coagulación derivados de varias condiciones, como enfermedades hepáticas crónicas o agudas, donde la síntesis de factores de coagulación es inadecuada. En estos casos, el FFP actúa proporcionando las proteínas necesarias para restaurar la capacidad del organismo para formar coágulos sanguíneos y detener el sangrado.

El FFP tiene múltiples indicaciones terapéuticas, entre las cuales destacan:

  1. Deficiencias de factores de coagulación: En patologías como la cirrosis hepática o el síndrome hepatorrenal, el hígado pierde su capacidad para sintetizar factores de coagulación, lo que puede resultar en un estado de coagulopatía grave. El FFP ayuda a corregir estas deficiencias al aportar los factores coagulatorios faltantes.
  2. Trastornos hemorrágicos: En casos de purpura trombocitopénica trombótica (PTT) y otras microangiopatías trombóticas, donde hay una formación anormal de microcoágulos en los pequeños vasos sanguíneos, el FFP puede ser útil para restaurar la función de la coagulación. En estos trastornos, el FFP aporta los factores necesarios para contrarrestar los mecanismos patológicos que impiden la coagulación adecuada.
  3. Traumatismos y transfusiones masivas: En situaciones de trauma severo, especialmente cuando los pacientes reciben una transfusión masiva de concentrados de glóbulos rojos (PRBC, por sus siglas en inglés), es fundamental mantener un equilibrio adecuado de los componentes de la sangre, especialmente los factores de coagulación y las plaquetas. La transfusión de plasma en estas situaciones busca prevenir o tratar la coagulopatía inducida por transfusión (CIT), que es un trastorno en el que la capacidad del cuerpo para formar coágulos se ve comprometida debido a la dilución excesiva de los factores de coagulación.

Un protocolo de transfusión masiva ampliamente utilizado es el esquema 1:1:1, que consiste en transfundir 1 unidad de concentrados de glóbulos rojos (RBC), 1 unidad de plasma fresco congelado (FFP) y 1 unidad de plaquetas de donante aleatorio. Este protocolo ha demostrado mejorar la supervivencia de los pacientes con trauma grave al mantener un equilibrio adecuado entre los componentes sanguíneos, lo que contribuye a prevenir la coagulopatía asociada a transfusiones masivas y a mejorar la capacidad de hemostasia del paciente.

En el contexto de transfusión masiva, se ha establecido que la relación entre FFP y concentrados de glóbulos rojos (PRBC) debe ser, como mínimo, de 1:2. Es decir, por cada dos unidades de PRBC transfundidas, se debe administrar al menos una unidad de FFP. Esto se debe a que, durante la transfusión masiva de glóbulos rojos, no solo se transfunden células sanguíneas, sino que también se diluyen los factores de coagulación del paciente, lo que puede llevar a una coagulopatía consumptiva. El aporte adicional de FFP asegura que los niveles de factores de coagulación sean adecuados para la formación de coágulos y la prevención de hemorragias adicionales.

A pesar de su utilidad, la transfusión de FFP no está exenta de riesgos. El principal riesgo es el de reacciones alérgicas o inmunológicas, como la anafilaxis o la transmisión de infecciones virales, aunque las prácticas de cribado y la manipulación moderna de los productos sanguíneos han reducido considerablemente estos riesgos. Además, es importante tener en cuenta que el FFP no debe ser utilizado de manera indiscriminada. Solo debe administrarse en aquellos casos en los que realmente se justifique una deficiencia de factores de coagulación o se trate de una condición que requiera la corrección inmediata de la hemostasia.

El crioprecipitado es un concentrado obtenido a partir del plasma fresco mediante un proceso que consiste en enfriar dicho plasma a 4°C, lo que provoca la formación de un precipitado. Este proceso de enfriamiento induce la agregación de varios componentes plasmáticos, principalmente fibrinógeno, factor VIII y el factor von Willebrand, que se vuelven insolubles a temperaturas bajas y se precipitan fuera de la solución. Una vez que se forma el precipitado, este se recoge y se concentra, lo que da lugar al crioprecipitado.

Una unidad de crioprecipitado tiene un volumen aproximado de entre 15 y 20 mililitros y contiene una cantidad significativa de proteínas importantes para la coagulación sanguínea. En términos de concentración, cada unidad de crioprecipitado contiene aproximadamente 250 miligramos de fibrinógeno, junto con entre 80 y 100 unidades de factor VIII y de factor von Willebrand, ambos cruciales en el proceso de hemostasia. Estos factores desempeñan roles esenciales en la formación de un coágulo sanguíneo, ayudando a estabilizar el tapón plaquetario durante la coagulación y evitando la hemorragia excesiva.

El uso clínico principal del crioprecipitado es para suplementar los niveles de fibrinógeno en pacientes que padecen hipofibrinogenemia adquirida, como en casos de coagulación intravascular diseminada (CID) aguda. En estos pacientes, el fibrinógeno se consume rápidamente debido a la formación masiva de coágulos, lo que lleva a una deficiencia de esta proteína esencial para la coagulación. En algunos casos raros, el crioprecipitado también se utiliza para tratar la hipofibrinogenemia congénita, una condición hereditaria en la que los niveles de fibrinógeno son anormalmente bajos, lo que predispone a los individuos afectados a hemorragias espontáneas o prolongadas.

Una unidad de crioprecipitado tiene la capacidad de elevar los niveles plasmáticos de fibrinógeno en aproximadamente 8 miligramos por decilitro (0.24 micromoles por litro). Esto puede ser crucial para restablecer la capacidad de coagulación en situaciones de sangrado activo o de alto riesgo. En algunos casos, el crioprecipitado también se utiliza para corregir temporalmente la disfunción cualitativa plaquetaria adquirida, una condición que puede desarrollarse en pacientes con enfermedad renal crónica. En estos pacientes, las plaquetas a menudo no funcionan adecuadamente, lo que puede contribuir a una tendencia al sangrado. El crioprecipitado, al enriquecer el plasma con factores de coagulación, puede proporcionar una mejora temporal en la función plaquetaria, reduciendo así el riesgo de hemorragias en estas situaciones.

 

 

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Fuente y lecturas recomendadas:
  1. Goldman, L., & Schafer, A. I. (Eds.). (2020). Goldman-Cecil Medicine (26th ed.). Elsevier.
  2. Loscalzo, J., Fauci, A. S., Kasper, D. L., Hauser, S. L., Longo, D. L., & Jameson, J. L. (Eds.). (2022). Harrison. Principios de medicina interna (21.ª ed.). McGraw-Hill Education.
  3. Papadakis, M. A., McPhee, S. J., Rabow, M. W., & McQuaid, K. R. (Eds.). (2024). Diagnóstico clínico y tratamiento 2025. McGraw Hill.

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