Listeriosis: ¿Cuáles son las manifestaciones clínicas?

La listeriosis
La listeriosis

La listeriosis causada por Listeria monocytogenes puede presentarse de diversas maneras, y el curso clínico de la enfermedad puede variar según la forma de presentación. El periodo de incubación, que es el tiempo desde la exposición a la bacteria hasta la aparición de los primeros síntomas, difiere dependiendo de factores como la dosis ingerida y las características del hospedador.

En general, la incubación para la gastroenteritis causada por L. monocytogenes es relativamente corta, típicamente menos de 24 horas. Los síntomas gastrointestinales pueden incluir náuseas, vómitos, dolor abdominal y diarrea. Esta forma de presentación suele afectar a personas sanas y puede resolverse sin tratamiento específico en la mayoría de los casos.

Por otro lado, la enfermedad invasiva, que implica la diseminación de la bacteria más allá del tracto gastrointestinal, tiene un periodo de incubación más prolongado, aproximadamente alrededor de 11 días en promedio. Sin embargo, este intervalo puede variar considerablemente y, en algunos casos, puede extenderse significativamente.

Datos derivados de investigaciones de brotes han proporcionado información adicional sobre la variabilidad del periodo de incubación. Se observa que este periodo tiende a ser más largo en las mujeres embarazadas en comparación con los adultos sin embarazo. Las mujeres embarazadas son consideradas un grupo de riesgo particular para la listeriosis, y la infección durante el embarazo puede tener consecuencias graves para el feto, incluso sin síntomas notables en la madre. La prolongación del periodo de incubación en mujeres embarazadas podría estar relacionada con las características inmunológicas y fisiológicas únicas de este grupo, así como con la capacidad de L. monocytogenes para atravesar la barrera placentaria y afectar al feto.

Gastroenteritis febril

Los microorganismos del género Listeria generalmente se transmiten entre personas saludables sin causar síntomas notables, pero en algunos casos, pueden dar lugar a gastroenteritis febril aguda. Las investigaciones de brotes de gastroenteritis febril causada por Listeria monocytogenes han revelado que los alimentos implicados presentan una elevada densidad del patógeno, indicando que la ingesta de una cantidad significativa de la bacteria es necesaria para desencadenar la enfermedad. Este hallazgo sugiere que se requiere un inóculo grande para que Listeria cause enfermedad en individuos sanos.

La manifestación principal de la gastroenteritis febril por L. monocytogenes incluye fiebre, diarrea, cefalea y síntomas constitucionales. La fiebre y la diarrea son síntomas comunes, mientras que la cefalea y los síntomas constitucionales pueden incluir malestar general, dolor muscular y fatiga. Aunque estos síntomas pueden ser molestos, la enfermedad tiende a ser autolimitada en personas saludables y, por lo general, se resuelve espontáneamente. La duración de los síntomas suele oscilar entre uno y tres días en promedio.

Es importante destacar que, a pesar de la resolución espontánea en personas sanas, la infección por Listeria monocytogenes puede tener consecuencias más graves en poblaciones vulnerables, como mujeres embarazadas, recién nacidos, adultos mayores e individuos con sistemas inmunológicos comprometidos. En estos grupos de riesgo, la bacteria puede causar formas más severas de enfermedad, incluyendo la listeriosis invasiva, que puede afectar órganos internos y tener consecuencias graves para la salud.

Bacteriemia

La bacteriemia sin un foco es la manifestación más común de la listeriosis invasiva, caracterizada por la presencia de Listeria monocytogenes en la sangre sin un sitio específico de infección identificable. Los síntomas principales de esta forma de listeriosis incluyen fiebre, escalofríos, mialgias y artralgias. En algunos casos, estos síntomas pueden estar precedidos por náuseas o diarrea, que son marcadores de la infección intestinal inicial.

La bacteriemia por L. monocytogenes puede tener consecuencias más graves, dando lugar a dos formas adicionales de la enfermedad: neurolisteriosis e infección localizada en otros sitios del cuerpo. La neurolisteriosis implica la invasión de la bacteria en el sistema nervioso central, lo que puede manifestarse con hallazgos neurológicos como rigidez de nuca, confusión y alteraciones en el estado mental. La infección localizada puede afectar diferentes órganos o tejidos fuera del sistema nervioso central.

Según datos de un extenso estudio francés de cohorte, se observó que la tasa de mortalidad a tres meses por bacteriemia con L. monocytogenes fue significativamente elevada, alcanzando el 46%. Se identificaron varios factores de riesgo asociados con un mayor riesgo de mortalidad. Estos incluyeron la edad avanzada, el sexo femenino, la presencia de neoplasias, la insuficiencia orgánica múltiple, el empeoramiento de la disfunción orgánica preexistente y la monocitopenia (niveles de monocitos en sangre inferiores a 200 células/μL).

La relación entre estos factores y la mortalidad destaca la importancia de reconocer la listeriosis invasiva como una condición médica grave que puede tener consecuencias fatales, especialmente en individuos con condiciones médicas subyacentes y sistemas inmunológicos comprometidos.

 

Neurolisteriosis

L. monocytogenes tiene una marcada afinidad por el sistema nervioso central, y la neurolisteriosis representa la segunda manifestación más frecuente de la listeriosis invasiva. Esta forma de la enfermedad se caracteriza por la invasión de la bacteria en el sistema nervioso, dando lugar a manifestaciones como meningitis y meningoencefalitis.

Los signos típicos de neurolisteriosis incluyen síntomas de meningitis, como rigidez de nuca, acompañados de alteración del estado mental, convulsiones o hallazgos neurológicos focales. La presencia de estos síntomas sugiere la posibilidad de meningoencefalitis, una complicación grave de la infección.

En un estudio reciente de cohorte realizado en Francia, se encontró que el 84% de los pacientes con neurolisteriosis presentaban meningoencefalitis. Esto resalta la tendencia de L. monocytogenes a afectar tanto las membranas que rodean el cerebro y la médula espinal (meninges) como el propio tejido cerebral (encefalitis).

Es importante señalar que los sistemas de vigilancia basados en aislados pueden tener limitaciones en la distinción entre meningitis y meningoencefalitis. La similitud en la presentación clínica y los hallazgos de laboratorio puede dificultar la diferenciación precisa entre estas dos formas de la enfermedad basándose únicamente en los resultados de los cultivos. Por lo tanto, la interpretación de los datos de vigilancia debe considerar esta posibilidad y reconocer que la carga clínica y el pronóstico pueden variar según la extensión de la afectación del sistema nervioso central.

La enfermedad neurológica causada por Listeria monocytogenes puede tener un inicio súbito o subagudo, desarrollándose a lo largo de varios días. Los síntomas iniciales suelen incluir fiebre, cefalea, náuseas y vómitos, presentando similitudes con otras formas de meningitis bacterianas. Sin embargo, en comparación con estas últimas, la rigidez nucal y los signos meníngeos son menos frecuentes en la neurolisteriosis.

En la mayoría de los casos (casi el 75%), los recuentos de leucocitos en el líquido cefalorraquídeo (LCR) son inferiores a 1,000 células por microlitro (intervalo de 100 a 5,000 células/μL). A diferencia de otras meningitis bacterianas, la predominancia de los neutrófilos en el LCR puede ser menos pronunciada en la neurolisteriosis. Además, alrededor del 30% al 40% de los pacientes pueden presentar concentraciones bajas de glucosa en el LCR.

Cuando se realiza la tinción de Gram en el sedimento del LCR, se espera observar bacilos grampositivos característicos, como Listeria monocytogenes. Sin embargo, es importante destacar que esta tinción a menudo no revela microorganismos o, en ocasiones, puede identificar cocos, diplococos o difteroides grampositivos en lugar de los bacilos esperados.

 

La enfermedad neurológica causada por Listeria monocytogenes se caracteriza por un inicio que puede ser súbito o subagudo, desarrollándose a lo largo de varios días. Los pacientes afectados suelen experimentar síntomas como fiebre, cefalea, náuseas y vómitos, hallazgos que comparten similitudes con otras formas de meningitis bacterianas. Sin embargo, en la neurolisteriosis, la rigidez nucal y los signos meníngeos son menos frecuentes en comparación con otras formas de meningitis bacterianas.

En aproximadamente el 75% de los casos, los recuentos de leucocitos en el líquido cefalorraquídeo (LCR) son inferiores a 1,000 células por microlitro, con un intervalo típico de 100 a 5,000 células/μL. A diferencia de otras meningitis bacterianas, el predominio de los neutrófilos en el LCR puede ser menos notorio en la neurolisteriosis.

Entre el 30% y el 40% de los pacientes pueden presentar concentraciones bajas de glucosa en el LCR, lo que agrega complejidad al perfil clínico y de laboratorio de la enfermedad.

La tinción de Gram del sedimento del LCR, utilizada para identificar bacterias, puede mostrar los bacilos grampositivos característicos de L. monocytogenes. Sin embargo, es importante destacar que esta tinción a menudo no revela microorganismos y, en ocasiones, puede identificar cocos, diplococos o difteroides grampositivos en lugar de los bacilos esperados.

La neurolisteriosis puede manifestarse de manera infrecuente con complicaciones como cerebritis, absceso focal y rombencefalitis, que es una forma de encefalitis que afecta el cerebelo y el tronco del encéfalo. Estas manifestaciones atípicas de la enfermedad presentan características distintivas.

En algunos casos, la neurolisteriosis puede conducir a la formación de cerebritis y abscesos focales en el tejido cerebral. Los pacientes con abscesos macroscópicos pueden tener hemocultivos positivos, pero los hallazgos en el líquido cefalorraquídeo (LCR) pueden ser normales en ausencia de meningitis concurrente. Los abscesos cerebrales pueden malinterpretarse como neoplasias malignas primarias o metastásicas, y rara vez se localizan en el cerebelo o la médula espinal.

La rombencefalitis, que afecta desproporcionadamente a adultos de edad avanzada por lo demás saludables, es una forma específica de encefalitis que involucra el tronco del encéfalo y el cerebelo. La presentación típica de la rombencefalitis es bifásica, comenzando con fiebre y cefalea, y posteriormente desarrollando signos de compromiso del tronco del encéfalo o el cerebelo. Estos signos pueden incluir parálisis asimétricas de nervios craneales, ataxia, temblor, hemiparesia o hemideficiencias sensitivas. La falla respiratoria es una complicación grave que afecta a casi la mitad de los pacientes con rombencefalitis.

El diagnóstico de neurolisteriosis, especialmente en casos de rombencefalitis, puede retrasarse debido a la evolución subaguda de los síntomas y a los hallazgos en el LCR, que pueden mostrar anormalidades menores. La imagen por resonancia magnética (MRI) se considera superior a la tomografía computarizada (CT) para el diagnóstico de neurolisteriosis, incluida la rombencefalitis, ya que proporciona imágenes más detalladas del sistema nervioso central.

 

 

Infecciones focales

La diseminación hematógena de Listeria monocytogenes, aunque infrecuente, puede ocasionar diversas manifestaciones clínicas que afectan distintos órganos y sistemas en el cuerpo humano. Aunque la meningitis es la presentación más típica, esta bacteria puede provocar otras formas de infección cuando se disemina a través del torrente sanguíneo.

Entre las posibles manifestaciones, se incluye la endocarditis, una infección de las válvulas cardíacas, así como neumonía, que afecta los pulmones. Además, la formación de abscesos en órganos internos, como el hígado, puede ser resultado de la diseminación hematogénica. La peritonitis, una inflamación del revestimiento abdominal, también puede surgir como consecuencia de esta diseminación.

La diseminación hematógena de L. monocytogenes puede dar lugar a artritis séptica y osteomielitis, afectando las articulaciones y los huesos, respectivamente. Infecciones en las vías urinarias y lesiones cutáneas son posibles, aunque poco comunes. Además, la inoculación directa puede ser la causa de infecciones oculares, y la afectación de los ganglios linfáticos puede resultar en linfadenitis.

Listeriosis: ¿Cuáles son las manifestaciones clínicas?

Listeriosis: ¿Cuáles son las manifestaciones clínicas?

 

Listeriosis en mujeres embarazadas y recién nacidos

La listeriosis asociada al embarazo presenta características particulares, siendo más común en el tercer trimestre, posiblemente debido a la alteración de la inmunidad mediada por células en las madres gestantes. En la mayoría de los casos, las mujeres embarazadas infectadas con Listeria monocytogenes no muestran síntomas evidentes o presentan una enfermedad leve, similar a la gripe, con fiebre, cefalea, mialgias o artralgias.

Es importante destacar que la neurolisteriosis y la mortalidad son eventos poco comunes en mujeres embarazadas que no tienen otros factores de riesgo significativos. Aunque casi todas las mujeres infectadas se recuperan completamente, solo una minoría, aproximadamente el 5%, experimenta un parto y evolución puerperal normales.

En términos de complicaciones obstétricas, la pérdida fetal es infrecuente después de las 29 semanas de gestación. Esto sugiere que, a pesar de la infección, las consecuencias adversas para el feto son menos probables en etapas avanzadas del embarazo.

Estos hallazgos resaltan la variabilidad en la presentación clínica y los resultados en mujeres embarazadas infectadas con L. monocytogenes. Aunque la mayoría experimenta síntomas leves o es asintomática, se debe prestar especial atención a la posibilidad de complicaciones en el tercer trimestre y a la importancia de la identificación temprana y el manejo adecuado para garantizar la salud materna y fetal.

La granulomatosis séptica infantil representa una infección intrauterina grave provocada por Listeria monocytogenes. Esta afección se caracteriza por la presencia de microabscesos y granulomas diseminados en la piel, hígado y bazo del feto. Lamentablemente, la mayoría de los lactantes afectados nace sin vida o fallece poco después del parto, subrayando la gravedad de esta condición intrauterina.

Cuando la infección se presenta en el período neonatal, se manifiesta de dos maneras distintas. Por un lado, la septicemia de inicio temprano se presume como resultado de la infección intrauterina y se diagnostica generalmente en las primeras 48 horas después del nacimiento. Esta variante de la infección está frecuentemente asociada con la prematuridad y se caracteriza por síntomas sistémicos como fiebre y dificultad respiratoria.

Por otro lado, la meningitis de inicio tardío se considera el resultado de la infección adquirida durante o poco después del parto, diagnosticándose típicamente alrededor de las dos semanas de edad en lactantes nacidos a término. La meningitis implica la inflamación de las membranas que rodean el cerebro y la médula espinal, presentando síntomas neurológicos como fiebre, irritabilidad y letargo.

Estos dos contextos clínicos revelan la complejidad y gravedad de la infección por L. monocytogenes en neonatos, destacando la necesidad crítica de una identificación temprana y un manejo adecuado para mejorar las tasas de supervivencia y reducir las complicaciones asociadas a largo plazo. La asociación entre la prematuridad y la septicemia de inicio temprano resalta la vulnerabilidad de los lactantes prematuros a esta infección intrauterina.

 

 

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Fuente:

Koopmans, M. M., Brouwer, M. C., Vázquez-Boland, J. A., & van de Beek, D. (2023). Human Listeriosis. Clinical microbiology reviews36(1), e0006019. https://doi.org/10.1128/cmr.00060-19

Loscalzo J, & Fauci A, & Kasper D, & Hauser S, & Longo D, & Jameson J(Eds.), (2022). Harrison. Principios de Medicina Interna, 21e. McGraw Hill.

Rozman, C., Cardellach, F. (2016). Medicina Interna de Farreras. v.2. 18 ed. Elsevier

 
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