Pautas para el tratamiento de la pancreatitis severa

El tratamiento de la pancreatitis severa, en particular en su forma más grave, como la pancreatitis necrosante, es un proceso complejo y altamente demandante que requiere intervención médica intensiva. Este tipo de pancreatitis está caracterizado por una inflamación significativa del páncreas que puede llevar a la necrosis del tejido pancreático, y con ello a una considerable fuga de líquidos al espacio intersticial y a las cavidades corporales. Esta fuga de líquidos puede ser extensa y puede causar un marcado desequilibrio en el volumen intravascular, lo que pone en riesgo la estabilidad hemodinámica del paciente.
Manejo del volumen de líquidos
El manejo de los líquidos en la pancreatitis severa es crucial para evitar complicaciones hemodinámicas graves como el shock hipovolémico, que puede ser potencialmente fatal. Es necesario administrar grandes cantidades de líquidos intravenosos para contrarrestar la pérdida excesiva de líquidos del espacio intravascular hacia el intersticio. Inicialmente, se pueden requerir infusiones de entre 500 y 1000 mL por hora durante varias horas, seguidas de una disminución gradual a aproximadamente 250-300 mL por hora. Este enfoque tiene como objetivo restaurar y mantener un volumen adecuado de líquidos en el sistema circulatorio, lo cual es esencial para asegurar una perfusión adecuada de los órganos y prevenir la disfunción multiorgánica.
Sin embargo, no solo se trata de infundir líquidos indiscriminadamente, ya que existen factores que pueden incrementar el riesgo de un secuestro de líquidos excesivo. Algunos de estos factores de riesgo incluyen la edad joven del paciente, la etiología alcohólica de la pancreatitis, un hematocrito elevado, niveles elevados de glucosa sérica, y la presencia de un síndrome de respuesta inflamatoria sistémica (SRIS) en las primeras 48 horas tras la hospitalización. Todos estos elementos pueden comprometer aún más la capacidad del cuerpo para manejar el volumen de líquidos y aumentar el riesgo de complicaciones como el edema generalizado y el síndrome de distrés respiratorio agudo (SDRA).
Monitoreo hemodinámico y objetivos terapéuticos
La gestión de estos pacientes debe realizarse en unidades de cuidados intensivos (UCI), donde se puede llevar a cabo un monitoreo hemodinámico riguroso. Este monitoreo incluye la evaluación continua del volumen urinario, la estabilización de parámetros como la presión arterial y la frecuencia cardíaca, y la restauración de la presión venosa central (PVC), que es un indicador importante de la volemia y la función cardíaca. Un objetivo terapéutico adicional es la disminución del hematocrito, pero de manera moderada, lo que sugiere una mejora en la reanimación del volumen sin causar sobrecarga de líquidos. La sobrecarga puede resultar en una insuficiencia cardíaca o respiratoria, y su manejo adecuado es fundamental para evitar daños adicionales.
Tratamiento de complicaciones bioquímicas y coagulopatía
En algunos pacientes con pancreatitis severa, pueden surgir complicaciones adicionales como hipocalcemia. En estos casos, la administración intravenosa de gluconato de calcio es fundamental, especialmente si hay signos de tétanos, que es un riesgo asociado debido a la alteración en los niveles de calcio. Este tipo de tratamiento no solo ayuda a corregir los desequilibrios minerales, sino que también contribuye a prevenir complicaciones neuromusculares asociadas con la hipocalcemia grave.
La coagulopatía y la hipoalbuminemia son otros trastornos que pueden complicar la evolución de la pancreatitis severa. En pacientes con estos trastornos, la administración de plasma fresco congelado o albúmina sérica puede ser necesaria para restaurar los niveles adecuados de proteínas plasmáticas y mejorar la función hemostática. El plasma fresco congelado aporta factores de coagulación que pueden ser deficitarios, mientras que la albúmina ayuda a mejorar la presión oncótica y la perfusión tisular.
Uso de soluciones coloides y vasopresores
El uso de soluciones coloides, que incluyen preparaciones como el dextrano o la albúmina, puede tener un impacto en la evolución clínica del paciente, ya que se ha observado que estas soluciones pueden aumentar el riesgo de SDRA. Este síndrome se caracteriza por un fallo respiratorio agudo, que puede empeorar el pronóstico de los pacientes con pancreatitis severa y, en consecuencia, requiere una vigilancia constante de la función respiratoria.
Si, a pesar de la reposición adecuada de líquidos, el paciente continúa en estado de shock, se pueden necesitar vasopresores para mantener la perfusión a nivel de los órganos vitales. Estos fármacos, como la noradrenalina o la dopamina, actúan sobre los receptores adrenérgicos para aumentar la presión arterial y mejorar la perfusión de los órganos, pero deben ser utilizados con cautela debido a sus efectos potenciales sobre la microcirculación y el equilibrio ácido-base.
Monitoreo continuo
En pacientes que requieren grandes volúmenes de líquidos intravenosos, el monitoreo constante de la presión venosa central (PVC) es esencial para evitar una sobrecarga de líquidos y optimizar la reanimación del volumen. Además, la medición regular de los gases sanguíneos es fundamental para evaluar el estado ácido-base del paciente y ajustar la administración de líquidos y medicamentos según sea necesario. La monitorización de estos parámetros permite una intervención temprana ante cualquier alteración hemodinámica o metabólica que pueda surgir, lo cual es crucial para el manejo exitoso de la pancreatitis severa.
Nutrición
La nutrición es un componente fundamental en el manejo de la pancreatitis severa, ya que en muchos casos, los pacientes no podrán recibir nutrición oral durante un período prolongado debido a la severidad de su afección. La nutrición enteral, ya sea a través de una sonda nasoyeyunal o, en algunos casos, nasogástrica, es preferible a la nutrición parenteral en estos pacientes, particularmente cuando se espera que no puedan consumir alimentos por vía oral durante al menos 7-10 días. La nutrición enteral temprana, iniciada dentro de las primeras 48 horas de la hospitalización, ha demostrado reducir el riesgo de fallo multiorgánico y mortalidad en pacientes con pancreatitis severa. Esto se debe a varios factores: la nutrición enteral favorece la preservación de la integridad de la mucosa intestinal, reduce la translocación bacteriana y modula la respuesta inflamatoria, factores todos ellos esenciales en el manejo de esta enfermedad.
No obstante, algunos pacientes pueden no tolerar la nutrición enteral, como aquellos con íleo paralítico, donde la motilidad intestinal está comprometida, lo que dificulta la administración de nutrientes de manera efectiva. En estos casos, y especialmente en pacientes con pancreatitis severa que presentan un íleo persistente, la nutrición parenteral puede ser una alternativa, aunque está asociada con un mayor riesgo de complicaciones infecciosas y metabólicas, especialmente si se utiliza por períodos prolongados. Es importante destacar que la nutrición parenteral también debe incluir la administración de lípidos, y en algunos casos, la suplementación con glutamina puede ser beneficiosa, ya que se ha demostrado que esta sustancia reduce el riesgo de infecciones y mejora los resultados clínicos al disminuir la mortalidad en estos pacientes.
Uso de antibióticos en pancreatitis severa
El uso de antibióticos como medida preventiva para evitar la conversión de pancreatitis necrosante estéril a pancreatitis necrosante infectada ha sido ampliamente discutido. Sin embargo, el uso rutinario de antibióticos no está recomendado en la mayoría de los casos, especialmente en pacientes con menos del 30% de necrosis pancreática, ya que no ha demostrado beneficios en la prevención de infecciones ni en la reducción de la mortalidad. A pesar de esto, en pacientes con pancreatitis necrosante estéril y un mayor riesgo de infección, algunos estudios sugieren que el uso de antibióticos de amplio espectro, como el imipenem o el cefuroxima, administrados en ciclos no superiores a 14 días, puede reducir el riesgo de infecciones pancreáticas y mejorar la supervivencia. Es importante mencionar que antibióticos como el meropenem o la combinación de ciprofloxacino y metronidazol no han mostrado reducir la frecuencia de necrosis infectada ni mejorar el pronóstico a largo plazo en estos pacientes.
En el caso de que se confirme una infección de la necrosis pancreática, el tratamiento antibiótico debe continuar, utilizando agentes como el imipenem o el meropenem, que cubren eficazmente una amplia gama de patógenos, incluidos los organismos resistentes. Sin embargo, la creciente prevalencia de organismos resistentes a los antibióticos es un desafío en el tratamiento de estas infecciones. En algunos casos, también puede detectarse una infección fúngica, por lo que es recomendable iniciar tratamiento antifúngico adecuado cuando se sospeche o confirme su presencia.
Manejo de la pancreatitis post-CPRE
La pancreatitis post-CPRE (colangiopancreatografía retrógrada endoscópica) es una complicación frecuente en pacientes sometidos a este procedimiento diagnóstico o terapéutico, y su manejo es igualmente importante. La profilaxis contra la pancreatitis post-CPRE incluye la administración de antiinflamatorios no esteroideos (AINEs), como la indometacina o el diclofenaco, que se pueden administrar de manera rectal. Estos fármacos han demostrado reducir la frecuencia y la gravedad de la pancreatitis post-CPRE en un 50% en pacientes de alto riesgo y, en general, en un 50% en la población no seleccionada. La administración temprana de estos AINEs tiene como objetivo disminuir la inflamación pancreática y la activación prematura de las enzimas pancreáticas.
Asimismo, la hidratación agresiva con soluciones como el Ringer lactato juega un papel crucial en la prevención de esta complicación. La administración de líquidos debe realizarse en un bolo inicial de 20 mL/kg, seguido de una infusión continua de 3 mL/kg durante 8 horas, lo que ayuda a mantener una perfusión adecuada y reduce la incidencia de pancreatitis. Además, se ha demostrado que la colocación preventiva de un stent pancreático durante la CPRE, particularmente en pacientes de alto riesgo, puede reducir el riesgo de pancreatitis post-procedimiento en un 65%, convirtiéndose en una práctica común y recomendada en situaciones de alto riesgo.
Tratamiento de las complicaciones de la pancreatitis severa
La pancreatitis aguda severa es una condición médica grave y potencialmente fatal que requiere una atención clínica multidisciplinaria debido a su complejidad y las diversas complicaciones que pueden surgir durante su evolución. En este contexto, la consulta con un cirujano debe ser considerada en todos los casos de pancreatitis aguda severa, ya que existe la posibilidad de que se presenten complicaciones quirúrgicas asociadas, que solo pueden ser tratadas adecuadamente mediante intervención quirúrgica. Esta intervención no solo tiene la finalidad de abordar las complicaciones directas de la pancreatitis, sino también de evaluar y corregir cualquier patología subyacente que pueda estar contribuyendo al cuadro clínico.
La importancia de la consulta quirúrgica en pancreatitis aguda severa
En primer lugar, la pancreatitis aguda severa se caracteriza por una respuesta inflamatoria sistémica grave, que puede incluir fallos orgánicos, necrosis pancreática, infecciones secundarias y otras complicaciones. Dado que algunas de estas complicaciones requieren intervenciones quirúrgicas para su resolución, la evaluación temprana por parte de un cirujano es fundamental. Por ejemplo, si bien la pancreatitis en sí misma no siempre requiere cirugía en sus fases iniciales, puede coexistir con otros problemas médicos graves que requieran intervención quirúrgica urgente.
Uno de los escenarios en los que la consulta con un cirujano se vuelve indispensable es cuando el diagnóstico es incierto o dudoso, y la investigación clínica y de imagen sugiere la posibilidad de una lesión grave que pueda ser corregida quirúrgicamente. Un ejemplo de ello es una úlcera péptica perforada, que puede producir síntomas clínicos similares a los de la pancreatitis y cuya corrección quirúrgica es necesaria para evitar complicaciones graves como la peritonitis. En estos casos, la laparotomía exploratoria (una intervención quirúrgica que permite la exploración directa del abdomen) está indicada para evaluar el origen de los síntomas y corregir cualquier lesión potencialmente grave. La laparotomía no solo permite identificar lesiones quirúrgicas, sino también confirmar o descartar la presencia de pancreatitis.
Si durante una laparotomía exploratoria se encuentra pancreatitis aguda sin otras complicaciones que justifiquen una intervención quirúrgica adicional, lo más prudente es cerrar el abdomen sin realizar una intervención directa sobre el páncreas. En muchos casos, la pancreatitis aguda no requiere una intervención quirúrgica inmediata y puede ser manejada conservadoramente con tratamiento médico, como la reanimación con líquidos y el control de la inflamación.
Manejo de la colelitiasis asociada a pancreatitis
La pancreatitis aguda severa a menudo está asociada con la presencia de cálculos biliares (colelitiasis), que son una de las causas más comunes de pancreatitis biliar. En aquellos pacientes en los que la pancreatitis parece ser de naturaleza leve pero existe evidencia de colelitiasis o microlitiasis (cálculos pequeños que pueden obstruir el conducto biliar), se puede considerar la intervención quirúrgica para corregir la causa subyacente. La colecistectomía, que es la extirpación quirúrgica de la vesícula biliar, es el tratamiento estándar en estos casos, ya que previene la recurrencia de la pancreatitis asociada a la obstrucción biliar. En algunos casos en los que el paciente no es un buen candidato para una cirugía invasiva inmediata, se puede realizar una colecistostomía, que es un procedimiento menos invasivo para drenar la vesícula biliar y aliviar la obstrucción.
Colangiopancreatografía por resonancia magnética y CPRE terapéutica
La colangiopancreatografía por resonancia magnética (MRCP) es una técnica de imagen no invasiva muy útil para la evaluación de los conductos pancreático y biliar. Esta herramienta diagnóstica ayuda a identificar la presencia de obstrucciones, como cálculos en los conductos biliares o pancreáticos, y puede ser particularmente útil para seleccionar a los pacientes que se beneficiarán de una intervención terapéutica mediante colangiopancreatografía retrógrada endoscópica (CPRE).
Cuando la pancreatitis severa es causada por coledocolitiasis, es decir, por la presencia de cálculos en el conducto biliar común, y además se observa ictericia (un aumento de los niveles de bilirrubina en la sangre) o colangitis (una infección del conducto biliar), la CPRE con esfinteroplastia endoscópica y extracción de cálculos está indicada como tratamiento terapéutico. Este procedimiento permite eliminar la obstrucción del conducto biliar y aliviar la inflamación pancreática asociada, mejorando el pronóstico de los pacientes.
Sin embargo, en ausencia de ictericia o colangitis, la esfinteroplastia endoscópica no ha demostrado tener un beneficio claro en la mejora del pronóstico de la pancreatitis severa. Por lo tanto, se debe evaluar cuidadosamente la indicación de esta técnica en cada caso individual, reservándola para aquellos pacientes en los que hay una obstrucción biliar clara que justifique la intervención.
Necrosectomía en pancreatitis necrosante
La pancreatitis necrosante es una de las formas más graves de pancreatitis aguda, caracterizada por la necrosis (muerte) del tejido pancreático y, en algunos casos, la infección de estos tejidos necrosados. Cuando los pacientes con pancreatitis necrosante presentan un deterioro clínico, fallo multiorgánico o no muestran mejoría tras cuatro semanas de tratamiento conservador, la necrosectomía puede ser necesaria para mejorar la supervivencia. La necrosectomía es un procedimiento quirúrgico que implica la extirpación del tejido pancreático muerto, con el objetivo de evitar la propagación de la infección y mejorar el estado general del paciente.
Es importante señalar que los mejores resultados de la necrosectomía se obtienen cuando se realiza de manera programada, generalmente alrededor de las cuatro semanas después del inicio de la pancreatitis. Durante este tiempo, la necrosis pancreática tiende a organizarse, lo que permite una mejor identificación del tejido muerto y una extirpación más precisa, reduciendo el riesgo de dañar el tejido pancreático sano.
En pacientes con necrosis pancreática infectada, la necrosectomía es generalmente necesaria. Sin embargo, en algunos casos, particularmente en pacientes que están relativamente estables, la necrosis infectada puede ser manejada inicialmente con antibióticos, especialmente si el paciente responde bien al tratamiento médico. Esta estrategia conservadora está indicada en pacientes cuyo estado clínico no justifica una intervención quirúrgica inmediata.
Enfoque escalonado en el tratamiento de la pancreatitis necrosante
El enfoque escalonado implica una serie de pasos que comienzan con procedimientos menos invasivos, como la intervención endoscópica transluminal o el drenaje percutáneo, y se reserva la cirugía abierta para casos más graves o resistentes al tratamiento conservador. Este método no solo ayuda a evitar complicaciones asociadas con la cirugía de alto riesgo, sino que también optimiza el uso de recursos y minimiza la duración de la estancia hospitalaria, contribuyendo a una recuperación más rápida y menos costosa para el paciente.
- Intervención endoscópica transluminal: Este tipo de intervención implica el uso de procedimientos endoscópicos para realizar una drenaje de los compartimientos de necrosis pancreática encapsulada. Se puede realizar de forma transgástrica (a través del estómago) o transduodenal (a través del duodeno), lo que permite un acceso directo a la necrosis pancreática sin la necesidad de incisiones quirúrgicas invasivas. La utilización de stents metálicos autoexpandibles (LAMS, por sus siglas en inglés) o stents plásticos de doble pigtail facilita el drenaje eficaz del contenido infectado y necrosado, lo que reduce la presión en el área afectada y promueve la resolución de la infección. Después de aproximadamente 4 semanas, los stents metálicos se retiran para minimizar el riesgo de complicaciones como la infección crónica o la obstrucción.
- Drenaje percutáneo: El drenaje percutáneo con un catéter bajo guía radiológica es otro procedimiento menos invasivo que puede realizarse antes de las 4 semanas, especialmente en casos de necrosis encapsulada. Este procedimiento, aunque generalmente realizado antes de la necrosectomía quirúrgica, permite la evacuación de material necrosado e infectado, mejorando la condición clínica del paciente y estabilizando la situación. A diferencia de la intervención quirúrgica tradicional, el drenaje percutáneo implica una menor tasa de complicaciones y una recuperación más rápida.
- Necrosectomía endoscópica y quirúrgica: Si las opciones anteriores no son suficientes para resolver la necrosis pancreática o la infección, la necrosectomía endoscópica se realiza como un paso intermedio antes de considerar la cirugía abierta. En algunos casos, cuando la infección no se resuelve o el paciente sigue deteriorándose clínicamente, puede ser necesaria una necrosectomía quirúrgica abierta. La intervención quirúrgica abierta sigue siendo necesaria en casos graves, sobre todo cuando la necrosis es extensa o no se puede manejar adecuadamente con métodos menos invasivos.
La implementación de un enfoque escalonado ha demostrado ser eficaz en la reducción de la mortalidad, ya que permite intervenir de manera temprana y menos invasiva, evitando complicaciones adicionales relacionadas con procedimientos quirúrgicos extensos y riesgosos. Además, este enfoque reduce el uso de recursos hospitalarios, como la necesidad de unidades de cuidados intensivos, y limita el tiempo de estancia hospitalaria. Esto, a su vez, contribuye a una disminución en los costos de tratamiento.
Casos de síndrome de conducto pancreático desconectado crónico
El síndrome de conducto pancreático desconectado crónico es una complicación que ocurre cuando el conducto pancreático principal se ve afectado por fibrosis, obstrucción o necrosis, lo que impide el drenaje adecuado del contenido pancreático. En estos casos, puede ser necesario realizar intervenciones quirúrgicas o endoscópicas para restaurar el drenaje adecuado y aliviar los síntomas, como el dolor persistente o la pancreatitis recurrente. La elección de la modalidad de tratamiento dependerá de la extensión del daño y de la disponibilidad de procedimientos técnicos especializados.
Tratamiento de infecciones pancreáticas
La infección secundaria en la pancreatitis necrosante es una de las complicaciones más graves, y el tratamiento antibiótico adecuado es esencial para prevenir la propagación de la infección. Imipenem, un antibiótico de amplio espectro, se considera una de las mejores opciones en este contexto, ya que tiene una excelente penetración en el tejido pancreático y es eficaz contra una variedad de patógenos que comúnmente infectan el páncreas. Se recomienda administrar 500 mg de imipenem cada 8 horas por vía intravenosa para garantizar niveles bactericidas en el tejido afectado.
En caso de filtraciones y fístulas del conducto pancreático, que son complicaciones asociadas a la pancreatitis necrosante, puede ser necesario un tratamiento adicional mediante terapia endoscópica o quirúrgica para corregir el drenaje del conducto pancreático y evitar la recurrencia de infecciones. Estas filtraciones pueden requerir la colocación de stents o catéteres para asegurar el drenaje adecuado de los líquidos pancreáticos y prevenir la formación de abscesos o pseudquistes.
Pseudquistes pancreáticos
Los pseudquistes crónicos son una complicación frecuente en pacientes con pancreatitis severa, que se desarrollan como resultado de la acumulación de fluidos pancreáticos en una cápsula fibrosa. Cuando estos pseudquistes se infectan, o están asociados con síntomas como dolor persistente o pancreatitis recurrente, se requiere drenaje. El drenaje puede ser realizado de forma endoscópica, mediante el uso de un catéter percutáneo, o quirúrgicamente, dependiendo de la ubicación, el tamaño y la complejidad del pseudquiste. En la mayoría de los casos, el drenaje endoscópico es preferido debido a su menor invasividad, pero la intervención quirúrgica puede ser necesaria en casos más complejos.
Pronóstico
Las tasas de mortalidad para la pancreatitis aguda han experimentado una notable disminución desde la década de 1980, pasando de ser superiores al 10% a una cifra cercana al 5%. Este descenso se debe en gran medida a los avances en el diagnóstico temprano, la mejora en las estrategias de manejo, y las intervenciones terapéuticas, que incluyen tanto tratamientos médicos como quirúrgicos más sofisticados. Sin embargo, aunque la mortalidad general ha disminuido, las tasas de mortalidad para la pancreatitis aguda severa siguen siendo preocupantes, con un porcentaje que supera el 20%. Este tipo de pancreatitis, que implica un daño más profundo del páncreas y una mayor afectación de los órganos circundantes, puede verse agravado por la presencia de necrosis pancreática, y en estos casos, la tasa de mortalidad varía según si la necrosis es estéril o infectada, alcanzando cifras del 10% en necrosis estéril y hasta el 25% cuando la necrosis se infecta.
Predicción de la mortalidad en la pancreatitis aguda severa
El pronóstico de los pacientes con pancreatitis aguda severa está estrechamente relacionado con la respuesta inflamatoria sistémica al momento del ingreso. La respuesta inflamatoria sistémica es una característica fundamental para evaluar la gravedad del cuadro clínico y, por ende, la probabilidad de complicaciones fatales. Una respuesta inflamatoria transitoria, que es breve y controlable, está asociada con una tasa de mortalidad relativamente baja, de aproximadamente el 8%. Sin embargo, si esta respuesta se convierte en una respuesta inflamatoria sistémica persistente, el riesgo de muerte se incrementa considerablemente, alcanzando una tasa del 25%. Esta persistencia de la inflamación generalizada está relacionada con un mayor grado de daño en los órganos vitales, lo que contribuye a la insuficiencia orgánica múltiple, una de las principales causas de mortalidad en los primeros días de la enfermedad. De hecho, aproximadamente la mitad de las muertes ocurren dentro de las primeras dos semanas del diagnóstico, y la causa más común es el fallo multiorgánico asociado con la inflamación generalizada.
Fallo multiorgánico y su impacto en la mortalidad
El fallo multiorgánico es una complicación crítica de la pancreatitis aguda severa, que involucra la disfunción de múltiples sistemas orgánicos, como el cardiovascular, el respiratorio y el renal, entre otros. La tasa de mortalidad asociada con el fallo multiorgánico es alarmantemente alta, y supera el 30% en los primeros días de la enfermedad. Si este fallo persiste más allá de las primeras 48 horas, la mortalidad se incrementa aún más, superando el 50%. Este fenómeno se debe a la incapacidad del organismo para recuperar la función normal de los órganos vitales debido a la severidad de la inflamación y la necrosis de tejidos. Las muertes que ocurren después de las primeras dos semanas suelen estar relacionadas con complicaciones de la necrosis infectada, ya que los focos de necrosis pancreática pueden ser un caldo de cultivo para infecciones bacterianas que agravan el cuadro clínico del paciente.
Cuando la pancreatitis aguda se complica con necrosis infectada, la tasa de mortalidad aumenta significativamente, y el riesgo de muerte se duplica si este problema coexiste con el fallo orgánico. Además, la presencia de infecciones nosocomiales adquiridas durante la hospitalización, como infecciones respiratorias o del tracto urinario, también incrementa la mortalidad en estos pacientes, independientemente de la gravedad inicial de la pancreatitis. Este factor refuerza la necesidad de una vigilancia constante durante la estancia hospitalaria para prevenir y tratar oportunamente las infecciones que puedan surgir.
Factores predictivos de readmisión y recurrencia
Una de las preocupaciones a largo plazo en los pacientes con pancreatitis aguda es el riesgo de recurrencia de la enfermedad. Aproximadamente el 24% de los pacientes con pancreatitis asociada al alcohol experimentan recurrencias, y este porcentaje es aún más alto (40%) en aquellos que también son fumadores. Para reducir las tasas de recurrencia, es crucial implementar intervenciones dirigidas a eliminar el consumo de alcohol y el tabaquismo después del alta, como parte del manejo integral del paciente. La readmisión al hospital dentro de los 30 días puede preverse mediante un sistema de puntuación basado en varios factores identificados durante la admisión inicial, como:
- Ingesta de alimentos líquidos o blandos en lugar de sólidos al alta.
- Presencia de náuseas, vómitos o diarrea al alta.
- Necrosis pancreática evidente en los estudios de imagen.
- Uso de antibióticos al alta debido a infecciones complicantes.
- Persistencia de dolor abdominal al alta.
El sexo masculino, la etiología alcohólica y la gravedad de la enfermedad en su fase aguda son factores adicionales que incrementan el riesgo de readmisión.
Riesgo de insuficiencia pancreática exocrina y pancreatitis crónica
Los pacientes que experimentan un ataque inicial severo de pancreatitis tienen un mayor riesgo de desarrollar insuficiencia pancreática exocrina a largo plazo. Esta insuficiencia se refiere a la incapacidad del páncreas para secretar las enzimas necesarias para la digestión, lo que puede provocar problemas digestivos y pérdida de peso. Además, la pancreatitis aguda grave también puede predisponer a los pacientes a desarrollar pancreatitis crónica, especialmente si la causa subyacente es el consumo crónico de alcohol. El riesgo de desarrollar pancreatitis crónica es significativo en estos pacientes, alcanzando el 8% a los 5 años, el 13% a los 10 años y el 16% a los 20 años. Además, la pancreatitis aguda asociada al alcohol aumenta el riesgo de desarrollar diabetes mellitus, un trastorno que afecta la capacidad del cuerpo para regular los niveles de glucosa en sangre. El riesgo de diabetes se incrementa más del doble en los primeros 5 años después de un episodio de pancreatitis aguda.
Asociación con el cáncer pancreático
Otro riesgo importante para los pacientes con pancreatitis aguda, especialmente aquellos con antecedentes de pancreatitis recurrente o crónica, es el cáncer pancreático. La pancreatitis crónica, particularmente aquella asociada al consumo de alcohol o tabaquismo, se ha relacionado con un mayor riesgo a largo plazo de desarrollar cáncer pancreático, un tipo de cáncer con una alta mortalidad debido a su diagnóstico tardío y su resistencia al tratamiento.
Fuente y lecturas recomendadas:
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