Policitemia Vera

Policitemia Vera
Policitemia Vera

La policitemia vera es un trastorno mieloproliferativo adquirido caracterizado por la sobreproducción de todas las líneas celulares hematopoyéticas, siendo la más prominente la de los glóbulos rojos. Este trastorno tiene un impacto directo sobre la regulación y la proliferación de las células madre hematopoyéticas, lo que resulta en un incremento anómalo en la producción de eritrocitos, leucocitos y plaquetas. Sin embargo, la producción de glóbulos rojos (eritrocitos) es la más destacada y es la que define la presentación clínica de la enfermedad.

La incidencia de la policitemia vera es mayor en hombres, quienes representan alrededor del 60% de los casos, y la edad media de presentación es de 60 años, lo que indica que este trastorno se desarrolla generalmente en la edad adulta avanzada. Es muy raro que se diagnostique en personas menores de 40 años. Este perfil epidemiológico sugiere que la enfermedad está asociada con factores genéticos y ambientales que tienden a acumularse con el paso del tiempo.

Una característica clave de la policitemia vera es que la producción de glóbulos rojos se vuelve independiente de la eritropoyetina, una hormona que normalmente regula la producción de eritrocitos en respuesta a niveles bajos de oxígeno en la sangre. En los pacientes con esta enfermedad, la eritropoyesis se lleva a cabo de manera autónoma, sin la necesidad de estimulación por eritropoyetina, lo que se refleja en niveles séricos de eritropoyetina bajos. Este hallazgo es distintivo de la policitemia vera y lo diferencia de otras formas de eritrocitosis, que pueden ser debidas a una respuesta compensatoria a la hipoxia o a otros trastornos.

Un diagnóstico correcto de eritrocitosis verdadera, que es el aumento real de la masa de glóbulos rojos, es crucial para diferenciarla de la eritrocitosis espuria, que puede ser consecuencia de una disminución del volumen plasmático, como ocurre en situaciones de deshidratación o hemoconcentración. En estos casos, la cantidad de glóbulos rojos no está aumentada per se, sino que parece estarlo debido a la reducción en el volumen de plasma. Por lo tanto, es esencial realizar pruebas adicionales, como el hematocrito y la medición de la masa de glóbulos rojos, para establecer un diagnóstico diferencial adecuado.

En cuanto a la base molecular de la policitemia vera, se ha identificado una mutación patogénica en el gen JAK2, específicamente en el exon 14 (V617F), en aproximadamente el 95% de los casos. El gen JAK2 codifica para una quinasa que está involucrada en la transducción de señales celulares, especialmente en las que regulan la supervivencia, proliferación y diferenciación de las células hematopoyéticas. La mutación V617F en JAK2 resulta en una activación constitutiva de esta quinasa, lo que desencadena una proliferación descontrolada de las células hematopoyéticas. Esta activación anómala no está regulada por los mecanismos convencionales, como la señalización de eritropoyetina, y contribuye a la sobreproducción de células sanguíneas, particularmente de glóbulos rojos.

Además de la mutación V617F, se han identificado otras variantes en JAK2, específicamente en el exon 12, que también están asociadas con la patogénesis de la policitemia vera. Estos hallazgos apuntan a un papel central de JAK2 en el desarrollo de la enfermedad y refuerzan la idea de que este gen es un objetivo terapéutico clave. De hecho, los inhibidores de JAK2, como el ruxolitinib, han mostrado eficacia en el tratamiento de la policitemia vera, al reducir la proliferación celular anómala y controlar los síntomas de la enfermedad.

Manifestaciones clínicas

La policitemia vera es una enfermedad hematológica caracterizada por un incremento anómalo en la producción de células sanguíneas, particularmente glóbulos rojos. Este exceso en la cantidad de células sanguíneas, acompañado de una elevación de la viscosidad sanguínea y una expansión del volumen total de sangre, genera una serie de síntomas y complicaciones que afectan a diversos sistemas del organismo.

Los síntomas comunes en los pacientes con policitemia vera incluyen dolor de cabeza, mareos, tinnitus (zumbido en los oídos), visión borrosa y fatiga. Estos síntomas están relacionados principalmente con el aumento en el volumen sanguíneo y la viscosidad de la sangre. El incremento en la cantidad de células sanguíneas (especialmente los glóbulos rojos) provoca una disminución del flujo sanguíneo eficiente, dificultando la circulación y llevando a una perfusión subóptima de los tejidos, lo que puede explicar el dolor de cabeza y la sensación de mareo. La mayor viscosidad de la sangre también dificulta la circulación, lo que puede afectar la visión y generar fatiga, ya que los tejidos no reciben un suministro adecuado de oxígeno y nutrientes.

La alteración de la circulación también es responsable de otro síntoma común en estos pacientes: el prurito generalizado, que tiende a empeorar tras la exposición al calor, como un baño o una ducha caliente. Este prurito está relacionado con la liberación de histamina desde los basófilos, que son células sanguíneas que se encuentran aumentadas en esta enfermedad. La histamina, al ser liberada en respuesta al calor, provoca la sensación de picor. Este fenómeno es una manifestación de la hiperreactividad del sistema inmunológico en el contexto de la policitemia vera.

Otro síntoma común es la epistaxis, o sangrado nasal, que ocurre debido a la congestión de los vasos sanguíneos en la mucosa nasal. En combinación con un trastorno en la hemostasia (capacidad del cuerpo para detener el sangrado), los pacientes con policitemia vera pueden experimentar hemorragias frecuentes, especialmente en las áreas de la mucosa donde los vasos sanguíneos son más susceptibles a la rotura. Este trastorno en la hemostasia es consecuencia de las alteraciones en la función plaquetaria y de la mayor viscosidad sanguínea, lo que dificulta la correcta formación del tapón plaquetario y, por tanto, la detención de hemorragias.

En el examen físico, los signos característicos incluyen una apariencia de plethoría, que es el enrojecimiento o coloración rojiza de la piel debido al aumento en la cantidad de glóbulos rojos circulantes. También es común encontrar venas retinianas congestionadas, lo que se puede observar durante la inspección del fondo de ojo. Estas venas engrosadas son indicativas de una mayor presión sanguínea en los vasos de la retina, resultado de la alta viscosidad de la sangre.

El bazo es palpable en aproximadamente el 75% de los pacientes con policitemia vera, y casi siempre está agrandado cuando se realizan estudios de imagen. La esplenomegalia (aumento del tamaño del bazo) ocurre como consecuencia de la hiperplasia de las células hematopoyéticas dentro del bazo, que trata de compensar la sobreproducción de células sanguíneas en la médula ósea.

Una de las complicaciones más graves de la policitemia vera es la trombosis, que es la formación de coágulos sanguíneos. Este es el principal factor de morbilidad y mortalidad en los pacientes con esta enfermedad. La trombosis está relacionada tanto con el aumento en la viscosidad sanguínea como con una disfunción plaquetaria. La sangre más espesa circula más lentamente y es más propensa a formar coágulos, mientras que la alteración en la función de las plaquetas, que son cruciales para la coagulación, también contribuye al riesgo de trombosis. Este riesgo de trombosis es tan elevado que los pacientes con policitemia vera que requieren cirugía deben ser evaluados cuidadosamente, ya que las intervenciones quirúrgicas pueden desencadenar complicaciones trombóticas graves. Por este motivo, se recomienda aplazar cualquier cirugía electiva hasta que el trastorno esté adecuadamente tratado y controlado.

Paradójicamente, a pesar del riesgo elevado de trombosis, los pacientes con policitemia vera también pueden experimentar un aumento en la tendencia al sangrado. Esto se debe a las alteraciones en la función plaquetaria y en los factores de la coagulación, lo que puede generar una disfunción en la formación de coágulos y un riesgo adicional de hemorragias.

Además, los pacientes con policitemia vera tienen una alta incidencia de úlceras pépticas. Esta condición puede estar asociada con la producción excesiva de histamina, que aumenta la acidez gástrica y predispone a la formación de úlceras en la mucosa gástrica. La disfunción en la regulación de la circulación sanguínea y la mayor viscosidad de la sangre también pueden contribuir a la mala perfusión del tracto gastrointestinal, lo que agrava los problemas gástricos.

 

Exámenes complementarios

La policitemia vera es un trastorno mieloproliferativo adquirido caracterizado por una producción descontrolada de células sanguíneas, particularmente glóbulos rojos, aunque también puede involucrar una elevación de los leucocitos y las plaquetas. De acuerdo con los criterios establecidos por la Clasificación Internacional de Enfermedades de la OMS (Organización Mundial de la Salud) y los criterios revisados de la ICC (Comité Internacional de Clasificación), el rasgo distintivo de la policitemia vera es un hematocrito superior al 49% en los varones o al 48% en las mujeres, medidas a nivel del mar. Esta elevación del hematocrito es indicativa de una mayor masa de glóbulos rojos, lo cual es un hallazgo clave en el diagnóstico de la enfermedad. Los glóbulos rojos, a pesar del aumento en su cantidad, presentan una morfología normal, lo que significa que no hay alteraciones en su tamaño ni forma que sugieran otro tipo de trastorno hematológico, como la anemia microcítica o macrocítica.

El recuento de leucocitos (glóbulos blancos) en la policitemia vera suele estar elevado, alcanzando cifras que oscilan entre 10,000 y 20,000 células por microlitro (10 a 20 × 10^9/L). Este aumento en el número de glóbulos blancos refleja una proliferación anómala de las células madre hematopoyéticas, que afecta a todas las líneas celulares de la sangre, aunque de manera más prominente a los glóbulos rojos. La morfología de los leucocitos en la mayoría de los casos es normal, pero con frecuencia se observa basofilia y eosinofilia, que son un aumento en los basófilos y eosinófilos, respectivamente. Estas alteraciones en los subtipos de glóbulos blancos son típicas de trastornos mieloproliferativos y reflejan una disfunción en la regulación de la hematopoyesis.

Por otro lado, el recuento de plaquetas en la policitemia vera es variable, pero en algunos casos puede superar el millón de plaquetas por microlitro (1,000,000/mcL o 1000 × 10^9/L), lo que indica trombocitosis (aumento de las plaquetas). A pesar de este aumento en el número de plaquetas, la morfología plaquetaria generalmente es normal. Sin embargo, la función de las plaquetas puede estar alterada, lo que contribuye a un mayor riesgo de trombosis, uno de los principales problemas clínicos en los pacientes con policitemia vera.

Un hallazgo clave en la evaluación de los pacientes con policitemia vera es la supresión de la eritropoyetina, la hormona que normalmente estimula la producción de glóbulos rojos en respuesta a niveles bajos de oxígeno. En la policitemia vera, debido a la producción autónoma y descontrolada de glóbulos rojos, los niveles séricos de eritropoyetina son bajos, lo que contribuye al diagnóstico diferencial de esta condición. La medición de los niveles de eritropoyetina en sangre es útil para distinguir la policitemia vera de otras formas de eritrocitosis, como aquellas secundarias a hipoxia o a tumores productores de eritropoyetina.

El diagnóstico definitivo de la policitemia vera se confirma mediante la detección de una variante patogénica en el gen JAK2. La mutación más comúnmente asociada a esta enfermedad se encuentra en el exon 14 del gen JAK2, específicamente la mutación V617F. En aproximadamente el 95% de los casos, se puede identificar esta mutación, que es un marcador molecular clave. En algunos casos, se pueden identificar mutaciones adicionales en el exon 12 de JAK2. La ausencia de una variante patogénica en estos exones plantea dudas sobre el diagnóstico de policitemia vera y puede sugerir la necesidad de reconsiderar otras posibles causas de los síntomas del paciente.

En cuanto a la médula ósea, en los pacientes con policitemia vera se observa una hiperplasia de todas las líneas hematopoyéticas, lo que significa que hay un aumento en el número de células hematopoyéticas en la médula ósea. Esto refleja la proliferación descontrolada de las células madre hematopoyéticas. Sin embargo, el examen de la médula ósea no es esencial para confirmar el diagnóstico de policitemia vera, ya que los hallazgos clínicos y los estudios moleculares suelen ser suficientes para establecerlo. Un hallazgo importante en la médula ósea es la ausencia de reservas de hierro, ya que el hierro disponible se ha transferido a la producción de glóbulos rojos en circulación, lo que puede llevar a una deficiencia de hierro en los pacientes. En algunos casos, la deficiencia de hierro también puede ser secundaria a pérdidas crónicas de sangre gastrointestinal, lo que contribuye al agotamiento de los depósitos de hierro en la médula ósea.

Es importante señalar que, en ocasiones, la policitemia vera puede presentar un cuadro clínico confuso debido a las hemorragias que pueden ocurrir en algunos pacientes. Estas hemorragias, que pueden reducir el hematocrito a niveles dentro del rango normal o incluso por debajo de él, pueden dificultar el diagnóstico, ya que una disminución del hematocrito puede enmascarar la presencia de una policitemia. En estos casos, es posible que el hematocrito normal se observe en presencia de una microcitosis (glóbulos rojos más pequeños de lo habitual), lo que genera una confusión diagnóstica. La microcitosis podría ser el resultado de la pérdida crónica de sangre o de una deficiencia de hierro concomitante, lo que resalta la complejidad de la interpretación de los hallazgos clínicos y de laboratorio en esta enfermedad.

En la policitemia vera, un hallazgo bioquímico notable es la elevación significativa de los niveles de vitamina B12 en suero. Esta elevación se debe a un aumento en la concentración de transcobalamina III, una proteína que transporta la vitamina B12 en la sangre. La transcobalamina III es secretada principalmente por los glóbulos blancos, y su aumento en el contexto de la policitemia vera refleja la proliferación y activación de estas células. Dado que la médula ósea está hiperactiva en la producción de todas las líneas celulares, incluidos los glóbulos blancos, los niveles de transcobalamina III se elevan, lo que a su vez incrementa los niveles de vitamina B12. Este hallazgo es característico de la enfermedad y se utiliza como un indicador indirecto de la proliferación anómala de las células hematopoyéticas.

Otra complicación común en la policitemia vera es la sobreproducción de ácido úrico, un subproducto de la descomposición de las purinas, que se ve incrementada debido al aumento en la proliferación celular. En esta enfermedad, la médula ósea produce más células sanguíneas, lo que implica una mayor rotura celular y la consiguiente liberación de ácidos nucleicos. El metabolismo acelerado de estas purinas da lugar a un aumento de ácido úrico en la sangre, lo que puede derivar en hiperuricemia. Esta condición puede contribuir al desarrollo de gota y de cálculos renales de ácido úrico, complicaciones que afectan a un número significativo de pacientes con policitemia vera.

En cuanto a la morfología de los glóbulos rojos, generalmente se presenta dentro de los parámetros normales en la fase inicial de la enfermedad. Sin embargo, en el curso del tratamiento, especialmente cuando se emplea la flebotomía (eliminación de sangre para reducir el volumen y la viscosidad sanguínea), puede desarrollarse una deficiencia de hierro. Esta deficiencia, a su vez, puede llevar a alteraciones en la morfología de los glóbulos rojos. La microcitosis (glóbulos rojos más pequeños de lo normal), la hipocromía (glóbulos rojos con una cantidad reducida de hemoglobina, lo que les da una coloración más pálida) y la poiquilocitosis (forma anómala de los glóbulos rojos) son alteraciones que pueden observarse como resultado de la falta de hierro para la producción adecuada de hemoglobina. Estos cambios morfológicos son especialmente evidentes en el contexto de flebotomías repetidas, que buscan reducir la masa de glóbulos rojos, pero que también pueden agotar las reservas de hierro del paciente.

A medida que la enfermedad progresa, algunos pacientes pueden desarrollar un fenómeno conocido como hiperesplenismo progresivo, que se refiere a un aumento de la actividad del bazo, con una mayor destrucción de células sanguíneas y la consiguiente esplenomegalia (aumento del tamaño del bazo). El hiperesplenismo puede alterar aún más la morfología de los glóbulos rojos, y en algunos casos, se observa la aparición de eliptocitosis. Los eliptocitos son glóbulos rojos con forma de óvalo o elipse, una característica que también puede encontrarse en trastornos hereditarios como la eliptocitosis familiar. En la policitemia vera, la eliptocitosis asociada con hiperesplenismo refleja una alteración en la deformabilidad y la supervivencia de los glóbulos rojos debido a la sobrecarga del bazo, lo que contribuye a una mayor destrucción de células sanguíneas.

Diagnóstico diferencial

La policitemia espuria es una condición en la que el hematocrito elevado se debe a una disminución del volumen plasmático en lugar de un aumento en la masa de glóbulos rojos. Este fenómeno puede ser causado por diversos factores que conducen a una deshidratación o concentración anómala del plasma, lo que provoca una apariencia de eritrocitosis sin que exista realmente un aumento en la cantidad de glóbulos rojos circulantes. Uno de los factores más comunes asociados a la policitemia espuria es el uso de diuréticos, que inducen una pérdida de líquidos y reducen el volumen plasmático. En este caso, la sangre se vuelve más espesa, lo que puede dar lugar a un aumento aparente del hematocrito, pero sin un incremento real en la masa de glóbulos rojos. Esta condición también puede presentarse sin una causa evidente, lo que hace que el diagnóstico diferencial sea un reto.

El diagnóstico de policitemia verdadera frente a la policitemia espuria requiere la evaluación de otros factores clínicos y hematológicos. Un indicio importante para sospechar que se trata de una causa secundaria de policitemia es la ausencia de esplenomegalia (agrandamiento del bazo), que es un hallazgo común en la policitemia vera debido a la proliferación de células sanguíneas en la médula ósea y su acumulación en el bazo. Además, en la policitemia espuria, el hematocrito elevado generalmente no está acompañado de un aumento en otras líneas celulares hematopoyéticas, como los glóbulos blancos o las plaquetas, lo que también puede ser indicativo de una policitemia secundaria o espuria, más que de una policitemia vera.

Las causas secundarias de policitemia, es decir, aquellas que no son primarias como en la policitemia vera, incluyen principalmente situaciones que inducen hipoxia, ya que la respuesta fisiológica del cuerpo a la falta de oxígeno es aumentar la producción de glóbulos rojos mediante la liberación de eritropoyetina. En este contexto, los fumadores deben ser evaluados específicamente, ya que el tabaquismo crónico está asociado con una mayor concentración de carboxihemoglobina en la sangre debido a la inhalación de monóxido de carbono, lo que provoca una disminución de la capacidad de los glóbulos rojos para transportar oxígeno. Este estado hipoxémico, aunque no tan pronunciado como en otras condiciones, puede activar la producción de glóbulos rojos y llevar a un aumento del hematocrito, pero la elevación no es comparable a la observada en la policitemia vera.

En algunos casos, es necesario investigar las causas secundarias de policitemia mediante estudios de imagen. Por ejemplo, una tomografía computarizada (CT) o un ecograma renal pueden ser útiles para identificar la presencia de un tumor o quiste renal productor de eritropoyetina, que es una de las causas secundarias de policitemia. Los tumores renales, como el carcinoma de células renales, pueden secretar eritropoyetina de manera autónoma, lo que estimula la producción de glóbulos rojos y da lugar a un aumento del hematocrito sin que exista una verdadera proliferación hematopoyética primaria.

Además, un historial familiar positivo de enfermedades hematológicas o de trastornos genéticos debería llevar a investigar posibles hemoglobinas con alta afinidad por el oxígeno. En estos casos, una hemoglobina anormal con una mayor afinidad por el oxígeno puede no liberar el oxígeno adecuadamente a los tejidos, lo que genera una hipoxia funcional y una respuesta de aumento en la producción de glóbulos rojos. Esta condición congénita puede dar lugar a un hematocrito elevado sin una verdadera hipoxia sistémica.

Un aspecto crucial en el diagnóstico diferencial de la policitemia es la identificación de mutaciones genéticas. La presencia de una variante patogénica en el gen JAK2, particularmente en el exon 14 (V617F), es característica de la policitemia vera. Sin embargo, la ausencia de esta mutación sugiere que se trata de un trastorno distinto, y puede llevar a considerar otras causas de policitemia. A pesar de que la mutación JAK2 es un marcador clave en la policitemia vera, también puede encontrarse en otras enfermedades mieloproliferativas, como la trombocitosis esencial y la mielofibrosis, lo que hace necesario un análisis detallado para diferenciar entre estos trastornos.

El diagnóstico de policitemia vera debe diferenciarse de otras enfermedades mieloproliferativas que pueden compartir algunos síntomas y signos clínicos. Un aumento significativo en el recuento de leucocitos, especialmente si supera los 30,000 por microlitro (30 × 10^9/L), sugiere una leucemia mieloide crónica (CML), una enfermedad caracterizada por la proliferación de glóbulos blancos. En la mielofibrosis, una enfermedad caracterizada por la fibrosis de la médula ósea, la morfología de los glóbulos rojos suele ser anormal, y se pueden observar glóbulos rojos nucleados en la sangre periférica, lo que es un hallazgo diagnóstico clave. Por otro lado, en la trombocitosis esencial, un trastorno que se caracteriza por un aumento anómalo de plaquetas, el recuento de plaquetas puede estar significativamente elevado, lo que permite diferenciar esta condición de la policitemia vera.

 

Tratamiento

El tratamiento de elección para la policitemia vera es la flebotomía, un procedimiento en el que se extrae una unidad de sangre (aproximadamente 500 mililitros) de manera semanal hasta que el hematocrito se reduzca por debajo del 45%. Este tratamiento tiene como objetivo principal disminuir la viscosidad sanguínea y la masa de glóbulos rojos, lo que reduce el riesgo de complicaciones trombóticas, una de las principales amenazas para la salud de los pacientes con esta enfermedad. Una vez alcanzado un hematocrito inferior al 45%, se mantiene este objetivo mediante flebotomías repetidas, adaptando la frecuencia del procedimiento a las necesidades individuales de cada paciente. Esto ayuda a evitar que el hematocrito vuelva a niveles peligrosamente elevados, lo que disminuiría el riesgo de trombosis, que es la complicación más común y grave en la policitemia vera.

La flebotomía, al ser un tratamiento que reduce el volumen sanguíneo, provoca una deficiencia de hierro progresiva en los pacientes. Esto se debe a que la eliminación regular de sangre también conlleva la pérdida de hierro, que es esencial para la producción de glóbulos rojos. Esta deficiencia de hierro es intencionada y forma parte del tratamiento, ya que el hierro es un componente fundamental en la síntesis de hemoglobina y, al disminuir su disponibilidad, se restringe la producción de glóbulos rojos. Con el tiempo, debido a la pérdida de hierro inducida por las flebotomías, la necesidad de flebotomías frecuentes puede disminuir, ya que la capacidad de la médula ósea para producir glóbulos rojos se ve limitada por la escasez de hierro. De hecho, este enfoque ayuda a mantener el hematocrito dentro de un rango seguro, evitando un exceso de células sanguíneas en circulación.

Es fundamental que los pacientes con policitemia vera no reciban suplementos de hierro durante el tratamiento con flebotomía. El hierro adicional, ya sea a través de suplementos orales o intravenosos, puede contrarrestar los efectos deseados de la flebotomía, ya que repondría las reservas de hierro en la médula ósea y permitiría una mayor producción de glóbulos rojos. De este modo, el tratamiento con flebotomía perdería eficacia al favorecer una mayor proliferación de células sanguíneas, lo que podría llevar nuevamente a un hematocrito elevado y aumentar el riesgo de complicaciones trombóticas. Por lo tanto, el uso de suplementos de hierro está contraindicado en estos pacientes, y el control de las reservas de hierro debe ser parte del seguimiento.

No es necesario que los pacientes sigan una dieta estrictamente baja en hierro, aunque una reducción moderada en la ingesta de hierro podría ayudar a aumentar los intervalos entre flebotomías. Una dieta con moderada restricción de hierro podría ayudar a reducir la cantidad de hierro disponible para la médula ósea, lo que a su vez podría retrasar la necesidad de flebotomías adicionales, pero no es un componente esencial del tratamiento. El enfoque principal sigue siendo la flebotomía regular para mantener el hematocrito por debajo de los niveles peligrosos.

Mantener el hematocrito dentro de un rango normal o levemente elevado ha demostrado ser efectivo en la reducción de la incidencia de complicaciones trombóticas en pacientes con policitemia vera. La reducción del hematocrito disminuye la viscosidad de la sangre, lo que facilita la circulación y previene la formación de coágulos. Esto es crucial, ya que las complicaciones trombóticas, como los accidentes cerebrovasculares, infartos de miocardio y trombosis venosa profunda, son las principales causas de morbilidad y mortalidad en esta enfermedad. Por lo tanto, el tratamiento con flebotomía tiene un impacto significativo en la calidad de vida y la supervivencia de los pacientes, al reducir el riesgo de eventos trombóticos graves.

En aquellos pacientes para quienes la flebotomía es difícil de realizar, ya sea debido a un acceso venoso deficiente o razones logísticas, se puede recurrir al uso de hidroxiurea, un agente quimioterapéutico que tiene efectos mielosupresores. La hidroxiurea ayuda a reducir la producción de células sanguíneas en la médula ósea, lo que puede contribuir a disminuir la masa de glóbulos rojos y, por ende, el hematocrito. Sin embargo, la flebotomía sigue siendo el tratamiento preferido, dado su enfoque más directo y efectivo en la reducción de la viscosidad sanguínea y la prevención de trombosis.

En algunos casos de policitemia vera, la terapia mielosupresora es necesaria. Las indicaciones para este tipo de tratamiento incluyen la necesidad frecuente de flebotomías, la trombocitosis persistente y el prurito intratable. La trombocitosis, que se refiere a un aumento anómalo en el número de plaquetas, es una característica común de la policitemia vera y puede contribuir significativamente al riesgo de complicaciones trombóticas, tales como accidentes cerebrovasculares o infartos. Se ha demostrado que la reducción del recuento plaquetario a menos de 600,000 por microlitro (600 × 10^9/L) disminuye este riesgo, por lo que controlar la cantidad de plaquetas circulantes es un objetivo terapéutico clave.

La hidroxiurea ha sido el tratamiento mielosupresor más utilizado históricamente en pacientes con policitemia vera que requieren un control eficaz de la producción de células sanguíneas. Este fármaco es un agente quimioterapéutico que actúa inhibiendo la proliferación de las células de la médula ósea, lo que reduce la producción de glóbulos rojos, plaquetas y leucocitos. La dosis usual de hidroxiurea varía entre 500 y 1500 mg diarios, y se ajusta para mantener el recuento de plaquetas por debajo de 500,000 por microlitro (500 × 10^9/L) sin reducir el recuento de neutrófilos a niveles peligrosamente bajos, específicamente por debajo de 2000 por microlitro (2.0 × 10^9/L). El ajuste de la dosis es crucial para evitar efectos secundarios graves relacionados con la supresión excesiva de otras líneas celulares.

Recientemente, se ha evaluado un nuevo tratamiento en la forma de ropeginterferón alfa-2b, un interferón de nueva generación. Un ensayo clínico aleatorizado de fase 3 comparó este tratamiento con hidroxiurea en pacientes sin esplenomegalia. Los resultados mostraron que el ropeginterferón alfa-2b tenía una tasa superior de control de la enfermedad, con un 53% de los pacientes logrando una respuesta hematológica completa en comparación con el 38% en el grupo de hidroxiurea. Además, se observó una mejora en la carga de la enfermedad a los tres años de seguimiento. Sin embargo, los efectos secundarios fueron distintos: el grupo tratado con ropeginterferón alfa-2b presentó alteraciones en las pruebas bioquímicas hepáticas, mientras que el grupo de hidroxiurea mostró leucopenia y trombocitopenia. Los eventos adversos graves fueron del 2% en el grupo tratado con interferón y del 4% en el grupo de hidroxiurea. A pesar de estos efectos secundarios, el ropeginterferón alfa-2b ha sido aprobado como tratamiento de primera línea en pacientes sin esplenomegalia sintomática, debido a su eficacia y perfil de seguridad relativamente favorable.

En pacientes con policitemia vera que no responden a otros tratamientos, el inhibidor de JAK1/2, ruxolitinib, ha sido establecido como la opción de segunda línea. En el ensayo clínico aleatorizado de fase 3 RESPONSE-2, ruxolitinib, administrado a 10 mg dos veces al día, demostró una mejora duradera del 22% en el control del hematocrito en pacientes sin esplenomegalia que no respondían al tratamiento convencional. Este fármaco, que actúa sobre la vía de señalización JAK-STAT, ha mostrado ser eficaz en la reducción de la proliferación celular y el control de los niveles de hematocrito en pacientes con formas más resistentes de la enfermedad.

El tratamiento farmacológico también incluye la administración de aspirina en dosis bajas (75–81 mg diarios), que se ha demostrado que reduce el riesgo de trombosis en pacientes con policitemia vera sin aumentar significativamente el riesgo de sangrado. La aspirina debe ser parte del tratamiento de todos los pacientes que no tengan contraindicaciones para su uso, ya que la prevención de eventos trombóticos es un aspecto clave en el manejo de la enfermedad. Sin embargo, debe tenerse precaución en pacientes con trombocitosis extrema, ya que la aspirina podría agravar la disfunción plaquetaria asociada con la enfermedad de von Willebrand adquirida, una condición que se puede desarrollar en algunos pacientes con trombocitosis grave.

El tratamiento de la hiperuricemia también es una parte importante del manejo en algunos pacientes, dado que la producción excesiva de ácido úrico debido a la descomposición de las células sanguíneas puede llevar a la acumulación de cristales de ácido úrico en las articulaciones y otros tejidos, causando gota o daño renal. En estos casos, se puede utilizar alopurinol a una dosis de 300 mg diarios, lo que ayuda a reducir la producción de ácido úrico y prevenir sus complicaciones.

Además, muchos pacientes con policitemia vera experimentan prurito, una sensación de picazón intensa que puede ser difícil de controlar. Este síntoma es a menudo exacerbado por factores como el calor o el sudor, y se cree que está relacionado con la liberación de histamina de los basófilos, células que se encuentran aumentadas en número en esta enfermedad. Para controlar el prurito, se pueden utilizar antihistamínicos como la difenhidramina o bloqueadores H1, que ayudan a mitigar los efectos de la histamina. En algunos casos raros, los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) pueden ser utilizados como una alternativa terapéutica en el manejo del prurito, aunque su uso no es tan común.

 

Pronóstico

La policitemia vera es una enfermedad crónica y de curso lento, caracterizada por la proliferación excesiva de células sanguíneas, principalmente glóbulos rojos, pero también plaquetas y leucocitos. A pesar de ser una enfermedad indolente, en la que los síntomas pueden progresar lentamente, su supervivencia media es de más de 15 años, lo que refleja que la evolución de la enfermedad es relativamente lenta en la mayoría de los casos. Sin embargo, esta enfermedad no está exenta de riesgos significativos a lo largo de su curso, siendo las complicaciones trombóticas la principal causa de morbilidad y mortalidad.

La trombosis arterial es el principal factor que determina el pronóstico de los pacientes con policitemia vera. El aumento de la masa de glóbulos rojos y la consecuente mayor viscosidad sanguínea, junto con la presencia de una disfunción plaquetaria, predispone a los pacientes a la formación de coágulos. Estos coágulos pueden bloquear el flujo sanguíneo en arterias vitales, lo que aumenta el riesgo de eventos cardiovasculares graves, como accidentes cerebrovasculares, infartos de miocardio o trombosis arterial periférica. Los trombos en las arterias son una complicación significativa, ya que su aparición puede reducir drásticamente la calidad de vida del paciente e incluso llevar a la muerte súbita, dependiendo de la localización y la extensión de la trombosis.

Con el tiempo, la policitemia vera puede progresar hacia una forma más grave conocida como mielofibrosis. La mielofibrosis es una condición en la que la médula ósea, que normalmente produce células sanguíneas, se reemplaza por tejido fibroso, lo que lleva a una disminución de la producción de células sanguíneas. Este proceso de fibrosis puede causar una anemia progresiva, es decir, una disminución en la cantidad de glóbulos rojos, junto con un aumento del tamaño del bazo y del hígado debido a la extramedular hematopoyesis (producción de células sanguíneas fuera de la médula ósea), lo que provoca una serie de síntomas como fatiga, dolor abdominal y esplenomegalia (agrandamiento del bazo). La conversión a mielofibrosis es un fenómeno relativamente común en pacientes con policitemia vera, especialmente cuando la enfermedad no está bien controlada a lo largo del tiempo, y es un factor importante que reduce la esperanza de vida de los pacientes.

En un pequeño porcentaje de casos, aproximadamente un 5%, la policitemia vera puede evolucionar hacia leucemia mieloide aguda (LMA), una forma agresiva de cáncer hematológico caracterizada por la proliferación descontrolada de leucocitos inmaduros. La transformación en leucemia mieloide aguda es un evento particularmente grave, ya que esta forma de la enfermedad suele ser refractaria a los tratamientos convencionales, es decir, los tratamientos que anteriormente podrían haber controlado la policitemia vera ya no son eficaces una vez que la enfermedad se ha transformado en LMA. Esta transformación está asociada con un pronóstico muy pobre, ya que la LMA es una enfermedad mucho más difícil de tratar, y los pacientes a menudo experimentan una progresión rápida de la enfermedad que es resistente a la quimioterapia estándar y otras intervenciones terapéuticas.

 

Homo medicus

 


 

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Fuente y lecturas recomendadas:
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